Prólogo
Todas y cada una de las Comparsas de nuestra localidad, debido a sus extensas y apasionadas historias particulares, han ido emplazándose y ubicándose a lo largo y ancho de la ciudad. Desde el comienzo de las fiestas y de la aparición de las mismas necesario se ha hecho un lugar que sirva de punto de encuentro y en el que el esparcimiento, los buenos ratos y la camaradería tengan lugar. Todo esto amén de que con el paso del tiempo y el afianzamiento de ellas debía, como así ha sido, haber un espacio donde estuviese la Bandera, los archivos, los recuerdos, los premios, donde tomar decisiones, donde aposentar a las Bandas Oficiales…
La Comparsa de Moros Nuevos, como es de esperar y suponer, hemos cumplido con este ritual. Muchos han sido los caminos tomados y muchas las decisiones que se han ido trazando para que los socios estuviesen unidos y cobijados en una gran cantidad de momentos bajo el mismo techo. Pero eso sí, en nuestro caso, debemos distinguir desde el comienzo entre Sede Social, que es el lugar donde estaban ubicadas las oficinas y por tanto todo el engranaje burocrático, de archivo y administración, y las llamadas Jaimas o cuartelillos que es el lugar donde durante los días de fiestas los socios de la Comparsa se reunían para los necesarios refrigerios, almuerzos, “charraícas”, etc. El punto de unión entre ambas ubicaciones lo encontramos, como veremos a lo largo del trabajo, en 1982 con la compra de la casa de los hermanos Flor en la calle Eduardo Dato. Muchos años, enmarcados entre los que van desde 1957 –fecha de la primera Cábila- hasta 1982 –año de la Casa de los hermanos flor-, nos vimos con tres ubicaciones festeras a la vez. La tarea se hace por ello ardua y complicada pero no imposible ni indescifrable. Son estas definiciones: Sedes Sociales y Jaimas, dos ríos que, al fin y al cabo, van a desembocar a un mismo mar, un inmenso mar de pantalones amarillos que parecen olas que vienen y van.
Sedes Sociales
La Comparsa, en 1925, recibió una inyección de socios con la Peña “El Mosto”, quienes se hicieron cargo de la misma, resaltando las presidencias de Antonio Mora Tomás y de Francisco Hurtado García. Ellos ubicaron la Sede de la Comparsa, hasta el año 1935, en una de las dependencias del Artístico donde se dice que hasta cada socio tenía su percha en las que colgaban sus trajes de Moros Nuevos. Ésta es la primera vez que tenemos constancia de una Sede Social con los requisitos antes mencionados.
De 1935 a 1953, las reuniones se alternaron entre los domicilios situados en la calle Nueva, propiedad de Antonio Mora, y en la calle Mayor número 13, que fue propiedad de Regino Coloma Sebastiá.
Los salones del Círculo Agrícola Mercantil, situados en la parte alta del edificio de la calle Luciano López Ferrer, nos sirvieron de Sede en alguna ocasión. Como para celebrar la preceptiva Junta General de presentación de cuentas en el año 1967.
Ya con La Cábila en pleno funcionamiento y comenzando a cosechar noches de ensueño, en el año 1970 se creó un local social que se ubicó en el entresuelo del número 90 de la avenida de la Constitución. Fue una Sede dotada de grandes comodidades que no perduró ya que tan sólo un año después hubo de liquidarse definitivamente. Destacable es que en este local, exactamente el 7 de junio de 1970, se ofreció un merecido homenaje y el nombramiento de moro ejemplar a D. Regino Coloma Sebastiá.
Las gestiones de desalojo, venta y liquidación de las deudas pendientes se llevaron de acuerdo con el comprador del local que tan poco tiempo utilizamos y con él se acordó la cesión de un piso en el mismo edificio, por periodo de dos años, para situar en él la secretaría de la Comparsa. Del entresuelo pasamos a la novena planta con el mobiliario justo. Allí estuvo hasta 1973, año en que se reubicó en la Plaza de las Malvas, en un pequeño local de Paco Hernández.
La Sede Social en 1975 pasó de la Plaza de las Malvas a la carpintería de Regino Coloma en la calle Nueva número 19. En 1976 la Junta Directiva compaginó sus quehaceres festeros con la rehabilitación de la Sede Social. Ésta se componía de una nave, en la planta baja, con mesas para juegos de partidas y las necesarias “charraicas”. En la parte izquierda la Directiva tenía su sala con un hogar incluido. Al fondo los enseres se guardaban en un almacén. En sus paredes figuraban una galería de Moros Nuevos ilustres que pintó Vicente Rodes y que sirvieron de decoración para Sedes posteriores también. En la primera planta nada mas subir te encontrabas con una oficina y a la derecha las dependencias de los músicos y unos aseos. Esta Sede sirvió para celebrar un vino de honor con la llegada de la “Mahoma” en ese año.
En 1980 seguía estando en la calle Nueva pero su estado comenzaba a ser precario y se comenzó con la tarea de buscar un local apropiado. En cuanto a La Jaima, el Salón Liri, situado en la calle Hernández Villegas nos sirvió para realizar reuniones y a su propietario, con el que se tuvo relación durante estos dos años, 1980 y 1981, le adquirimos los utensilios para la Casa que más tarde compraríamos.
Jaimas
A través de nuestro primer documento gráfico, una fotografía tomada antes de “La Procesión” el 8 de septiembre de 1884 en la posada de “La Macaria”, situada en la Avenida de la Constitución, lo que después fue el almacén de abonos de D. Bartolomé Amorós Belda, se puede apreciar lo nutrida que era la Comparsa, lo que da a entender su antigüedad y consistencia. Se ve cómo vestían traje de lana, pañuelo al cuello, manta al hombro y cómo portaban arcabuz. Esta instantánea tiene un gran valor y es la primera imagen en grupo que tenemos de nuestra Comparsa. Por la definición que hemos hecho de Jaima al principio de este artículo, evidentemente, es la posada de “La Macaria”, la primera como tal de la que tenemos constancia.
A principios de los años treinta el punto de reunión de la Comparsa era la casa del mencionado Antonio Mora y el Horno de Enrique Seguí. Lugares donde era guardada la Bandera y donde las tertulias festeras eran animadas. Años de penurias económicas y en las que era muy menguado el número de socios.
Los Moros Nuevos realizamos por primera vez una verbena festera en el año 1950. Ésta no tuvo denominación concreta - y no es La Cábila-, ya que nuestra Sala de Fiestas celebró su 50 Aniversario en el pasado 2006 siendo la primera la denominada “del Raso”, acontecida en 1957. Este baile se llevó a cabo en la terraza del Cine Imperial debido a que su construcción estaba por entonces suspendida. Su costo, como curiosidad, se elevó a 578’20 pesetas. (3’48 euros).
De Jaima nos sirvió en 1951 la biblioteca del Círculo Agrícola Mercantil ya que en ella, en la noche del Día 9, se celebró una cena de despedida tras la cual y con la correspondiente Banda de Música la Comparsa llegó hasta la Puerta Almansa para asistir, como las demás Comparsas y los villeneros en general, a la quema del conocido Castillo de Embajadas. Un castillo de madera que hasta entonces y durante muchos años fue utilizado.
Con mucho cariño se recuerda la Jaima que a finales de los 50 disfrutamos en la calle Corredera número 13, en el antiguo garaje de Salvador Quiles, lo que es hoy la tienda de Riesma butano. Se pintó una gumía en la entrada cayendo del cielo y varios moros queriendo cogerla.
La Comida de Hermandad, un acto de una arraigada tradición, se volvió a celebrar en 1961 en la finca “El Caracol”. Año en el que el Bar Rosales hizo este menester y cuya ubicación era en la calle José Zapater.
En el año 1962 fueron los antiguos locales de la Caja de Ahorros del sureste de España los que hicieron la utilidad que la Comparsa requería para su Jaima, así como en los años 1963 y 1964 lo hicieron los situados en los locales del Cinema Chapí.
Nuestra Jaima entre los años 1970 y 1971 se ubicó en la plaza de las Malvas, en los locales de la antigua Academia de Las Virtudes y posteriormente Casa-Hogar de Servicios Sociales. En 1972 la casa de Pablo Castelo, en la calle Párroco Azorín, fue su ubicación. La calle Revueltas sirvió entonces para colocar las mesas para los almuerzos. En 1973 estuvo en el horno de Cesáreo, lo que es hoy la Casa de las Medias- muy cerca de la actual-. En la retina de algunos socios se conserva la imagen de la puerta de la cocina decorada con unos cuernos de toro. Cuernos eliminados al conocer el nombre del cocinero: Toribio. En 1974 se instaló en el patio de los “Constantinos”, situada, de nuevo, en la Plaza de las Malvas, junto a la capilla del Asilo. En 1975 estuvo en la carpintería de “Carretas”, en la calle Trinidad, frente al edificio de Correos.
Situamos nuestra Jaima en 1976 en la calle Nueva número 19, en el taller de Regino Coloma, Casa que también hacia funciones de Sede Social y albergaba a los músicos. En 1977 estuvo situada en el antiguo Servicio Social de la Plaza de Las Malvas, la antigua sede de la Academia de las Virtudes, junto a la calle Gaspar Archent. En 1978, año del 125 Aniversario de la Comparsa, la Sede Social continuaba en la calle Nueva, número 19 y la Jaima se instaló en un solar situado en la avenida de la Constitución, en el número 22. Un año después estuvo en unos locales de la calle Luciano López Ferrer, en los antiguos billares de Galipienzo, junto al Cine Avenida y cerca del Bar Negresco.
La Casa de la calle Eduardo Dato
Es en el año 1982 cuando se unen en un mismo lugar Jaima y Sede Social al ponerse en venta la casa de los hermanos José, Miguel, Luis y Josefa Flor Amat situada en la calle Eduardo Dato número 8. En primer lugar ocupamos la casa en alquiler para lo que se hizo necesario llevar a cabo unas obras. En la planta baja se tiró un tabique que había junto a la escalera quedando un amplio salón. En la primera planta se redistribuyeron las habitaciones, de la segunda planta y la terraza se arreglaron algunos desperfectos. La escritura de compraventa se firmó el 17 de marzo de 1983 ante el Notario de Villena D. José María Suárez Sánchez Ventura con el número de protocolo 340.
La primera Junta General que se llevó a cabo en la nueva Casa fue el 15 de octubre de 1982, acudiendo a la cita 120 socios. A lo largo de la noche se votó con 72 votos a favor aportar para la compra de la Casa 10.000 pesetas (60,10 Euros) por socio. También se acordó que la cuota de entrada a la Comparsa para un socio mayor de 18 años fuera de 50.000 pesetas (300,51 Euros). Para los socios menores la aportación se fijó en 5.200 pesetas (31,25 Euros) en concepto de compra de la Casa.
La nueva Sede era toda una realidad. Ésta resultó desde el principio muy acogedora. En la memoria de todos los socios están aquellas “losas de Simón” que estaban en la entrada -unas piedras gris azuladas procedentes de un montículo o cabezo villenense que daban un agradable frescor en verano-, sus paredes de arpillera y la galería de dibujos que representaban a “moros ilustres” como: “Costillares”, “Caratorta”, “Antonio Valor”, “Enrique Seguí” y otros. Así como todavía se recuerda la pequeña barra del fondo, el patio que se acondicionó como cocina, la pequeña despensa y, a la izquierda, los aseos de “canalillo”. Pronto fue un lugar de encuentro para la Comparsa y fue testigo de innumerables reuniones, tertulias y también comuniones, bautizos, etc.
Un par de años después la primera planta fue remodelada para albergar en ella más cómodamente la Sala de Banderas y de Juntas, la secretaría, un aseo y un pequeño cuarto que era archivo y también trastero. Fue en 1987 cuando el turno le tocó a la tercera planta. Se adecuó un salón con cocinas y comedor para los músicos quedando la segunda planta como zona de dormitorios y aseos.
En este emplazamiento se vivieron momentos memorables como cuando el 1 de febrero de 1991 acudieron las socias de la Comparsa a una Asamblea General por derecho propio y nada menos que para votar el boceto que iba a servir de base para la confección de su traje.
El 24 de febrero de 1995 ya se planteó la situación en la que se encontraba nuestra Sede, los problemas e inconvenientes que había y la imperiosa necesidad de una Casa nueva debido al número de socios y a lo costoso que sería una reparación de la misma. A partir de aquí se comenzó a trabajar en un nuevo proyecto que vio sus frutos el 22 de marzo de 1996. Ese día, tras la asamblea anual de presentación de presupuestos se realizó otra de carácter extraordinario. En ella se acordó por 163 votos afirmativos, 10 en contra y 25 abstenciones que se compraran los siguientes locales anexos: La confitería de “La Golosina”, la antigua tintorería Roig, la antigua tienda de Ramón “El Pañero” y la pequeña casa de Ortuño “El Relojero”. Todas ellas daban sus fachadas a la calle Mayor y nos daban un solar de 550 metros cuadrados. El precio fue de 16.000.000 pesetas (96.161,94 Euros).
El 15 de agosto de 1997 se informó a los socios de la reciente compra de las casas colindantes y que ya habían sido firmadas las escrituras ante notario. Era, sin duda, una noticia excelente. Se veía, en un futuro no muy lejano, el sueño de una Casa adecuada a nuestras características y, sobre todo, necesidades. Mirábamos ya a la de Eduardo Dato con cierta nostalgia a pesar de que la ubicación era prácticamente la misma.
Pasadas las fiestas de 1997 y una vez elegido el nuevo Presidente, D. Antonio Velasco Navarro, todo se puso en marcha. Se encargó un proyecto al arquitecto D. José Sirvent y tras unos estudios se llegó a la conclusión de que la Casa ascendería a unos 90.000.000 de las antiguas pesetas -540.910,89 Euros-
El 16 de enero de 1998 es una fecha muy significativa porque fue cuando se celebró una Junta, con carácter extraordinario, en el aula de cultura de la calle Joaquín María López, en la que se presentó el proyecto de la nueva Sede Social. A pesar de que había un sector de la Comparsa reticente, la Directiva no perdió ni la esperanza ni el aliento. Se vieron planos, alzados, la fachada y una proyección virtual de cómo quedaría la Casa por dentro. De esta tarea se encargó una empresa que muy bien realiza estos menesteres y en la cual algunos de sus socios son moros, por lo que el trabajo, además de estar muy bien hecho estuvo, prácticamente, regalado. Posteriormente el Tesorero mostró con gran diligencia el estado de cuentas y cual sería la aportación de todos los socios y socias y durante cuánto tiempo para por fin llegar a la votación, la cual estuvo muy ajustada debido a que de los 322 votos posibles eran necesarios dos terceras partes para que el proyecto fuera aprobado, es decir 214,6 votos. El escrutinio fue el siguiente: 214 votos a favor, 104 en contra y 4 papeletas en blanco. Por no estar contemplados los decimales en los Estatutos, la Junta Directiva y los interventores nombrados al efecto, y también la General, estimaron que la votación debía darse por válida. Comenzaba desde aquí los vertiginosos meses que desembocarían en el día 2 de septiembre de 1998. La fecha elegida para la Inauguración de la nueva Sede de la Comparsa de Moros Nuevos.
Construcción de la nueva Casa
Durante el tiempo que la Casa estuvo en obras la Secretaría de la Comparsa se trasladó a la calle Compositor Maestro Bravo número 1, lugar en el que antes de fiestas de ese año se despachó la documentación a todos los socios y socias.
El derribo comenzó el día 26 de enero de 1998 no sin dificultades como el desvío de las líneas eléctricas, las consecuencias para los comercios colindantes, la estrechez de la calle, etc. y sobre todo la de necesitar un informe del arqueólogo municipal al estar ubicados dentro del casco antiguo. Informe que estuvo realizado el día de San Valentín y a partir del cual se pudo llevar a cabo, el 16, la cimentación. Tres días después se extendió el “planché” de la planta baja a pesar de recibir dos cartas de paralización de la obra, afortunadamente, se pudo evitar. Además de este requisito, se presentó el 27 de enero el proyecto de la Casa en la Dirección de Cultura de Alicante por el cual recibimos la noticia de que al no ir el edificio con el entorno debíamos presentar otro proyecto. Fue un 3 de febrero y a pesar de que el arquitecto era sajeño y estaba en plenas fiestas tuvo, al día siguiente, que ponerse a trabajar en ello. Y menos mal, porque a pesar de una reunión en Alicante del arquitecto, el Presidente, el entonces Alcalde, D. Vicente Rodes Amorós, el concejal de Cultura y el arquitecto municipal, con D. Santiago Valera, responsable de dicha Dirección, el nuevo requisito hubo de ser subsanado sin contemplaciones.
También en febrero, mes corto pero intenso éste, después de la limpieza del solar se descubrió un desnivel de 1,5 metros que obligó a la realización de un forjado sanitario que se llevó a cabo, a pesar de ser más costoso, para evitar futuras humedades.
Mientras el Ecuador Festero se realizaba se encargaron los 60.000 ladrillos, denominados de tejar, que se necesitaron para la fachada y la puerta de la calle junto con la mesa de reuniones para que se fabricaran con las vigas viejas de “movila” de la antigua Casa, con una antigüedad de más de tres siglos. Elegido quedó, también, el boceto con el nombre de “Moros Nuevos” tan acertado y divulgado desde entonces y que la socia Cristina Muñoz Espinosa, por aquel entonces estudiante de Bellas Artes, presentó para el bajo relieve que quedó incrustado en el hormigón de la fachada. Letras que, desde este año, figuran en las bandas de nuestros cargos y que lucen preciosamente bordadas debido al contrapunto de las magníficas manos de Doña Mercedes Tortosa Cebrián. Autora, además, de nuestras Banderas
Abril fue el mes del encofrado -10 encofradores trabajaron llenando pilares y extendiendo el planché de la 1ª planta- y en el que se comenzó la escalera y también el forjado de la 2ª planta para que ya en mayo se vieran los primeros ladrillos de la fachada, las divisiones de las plantas, el marco de la puerta de la calle –el cual era gigantesco- y la bandera como signo de terminación, sin accidentes, de la estructura. A finales del mes de María nos hicimos con las celosías, con el consiguiente desplazamiento hasta Catral, para el artesonado de la primera planta.
Muy intenso se desarrolló junio en el que hubo alegrías como la ventana que, con el consentimiento de un vecino, se pudo tapiar para realizar así un lucernario en el hueco de su escalera y adversidades como la de que viniera el color del aluminio para las puertas y ventanas, así como el del cristal -que es de importación- equivocado. Para entonces la planta baja tenía todas las paredes levantadas, los electricistas y los fontaneros habían colocado los tubos y estaban con los conductos del aire acondicionado. El proveedor de los ladrillos, mientras tanto, informaba de que faltaban 30.000 piezas pero que estarían para fin de mes.
Los 23 trabajadores que acudían todos los días se afanaban para que los “yesaires” pudieran comenzar a enlucir y debieron apañárselas para instalar el armazón metálico de la cúpula seccionándolo en dos partes.
A estas alturas la obra de la Casa era un asunto muy comentado en la localidad. Comenzaba el verano y por tanto la cuenta atrás ¿Nos daría tiempo? ¿Seríamos, los Moros Nuevos, capaces de conseguirlo? Seguramente se albergaban más dudas fuera que en el seno de los miembros de nuestra Comparsa, ya se sabe que las batallas curten mucho. Aún así la Directiva no bajó en ningún momento la guardia y gestionaba compras como la de un lote de sillas, vasos, platos, cucharas y menaje en general. También se adquirió un botellero, una plancha y una cocina. –Importe: 650.000 pts. (3.906,58 Euros)- La Directiva misma desestimó la compra de una lámpara para el hueco de la escalera, con el nombre de los 1.065 socios que éramos en aquel entonces, debido a que ascendía demasiado su costo. El sacrificio económico que todos hicimos fue mucho, y hubiese sido un gesto precioso, pero había de ser realista y práctico.
La colocación del aire acondicionado, la instalación telefónica y la puesta en marcha para las cortinas vinieron de la mano de julio (en minúscula). Así como el llenado de agua, como si de una piscina se tratase, para detectar cualquier posible anomalía en la impermeabilización tras la colocación de la tela asfáltica en la terraza. El día 31 se colocó el último ladrillo de la fachada, algo que preocupaba y no poco. El ritmo era frenético y el pulso cardíaco: de los colocadores de azulejos recibimos un plante –lógicamente, el problema era el dinero- uno de ellos dejó de trabajar para nosotros. ¡Dios mío, 33 días!
Ya en agosto se colocó el mosaico encima de la puerta de acceso de la planta baja al primer piso y, a falta de 19 días, el suelo. En este punto se pintó y se alicataron los aseos y la escalera, los cristaleros terminaron la última planta y la puerta de la calle estaba terminada pero faltaba colocarla.
A diez días de la inauguración se comenzó la escalera, la cocina y la limpieza de la planta segunda y la puerta se colocó el día 27. El 28 llegó el letrero desde la Cerámica “La Bisbal” de Cataluña –la misma procedencia que en su momento el de “La Cábila”- y presto lució encima de la puerta.
Ernesto Navarro talló, ya muy enfermo, el arranque de la barandilla de la escalera que después regaló a su querida Comparsa. El artista le pidió a su médico que retrasara unos días el comienzo del tratamiento para su enfermedad y así poder terminar su obra, la cual es un verdadero legado y deleite desde entonces. Con tantos, tan buenos y generosos soplidos ¿cómo no se iba a producir el vendaval?
La inauguración: el 2 de septiembre de 1998 a las 22:30. Hora de colocación de la placa conmemorativa de la inauguración: 21:30.
La nueva Casa. Epílogo.
Una bella página de nuestra historia tuvo lugar el 2 de septiembre de 1998. Con ganas de fiesta y reunidos en la Plaza de Santiago la Comparsa inició un acto que nos llevó hacia nuestra nueva Casa tras recoger a las Madrinas acompañados por la Banda Oficial, por aquel entonces los de Chella. La Madrina Infantil en aquel momento es este año nuestra Madrina Mayor. Marta Martínez García siendo una niña vivió instantes mágicos ¡ojala, en este, tu 2009, se revivan todavía con más fuerza!. El trayecto hasta la nueva Casa recorrió la Puerta de Almansa, Joaquín Mª López, Corredera, López Tarruella y Plaza de Santiago hasta las nuevas instalaciones. Se cortó la cinta inaugural delante de la fachada principal, accedimos a todas y cada una de las plantas de la Sede, brindamos, saboreamos unos dulces y descubierta quedó la placa conmemorativa. Sin duda, fue una velada de satisfacción para todos y cada uno de los que sentimos y vestimos el raso de oro. El esfuerzo se veía recompensado y el sueño hecho realidad. Ahora tocaba disfrutarla y hacerla nuestra, llenarla de color, de vida y de fiesta. ¡Y así lo hemos hecho!
Desde las fiestas de 1998 los aperitivos y los refrigerios de fiestas han tenido otro aire y sobre todo, más espacio. Los almuerzos los cambiamos de un callejón, “fresquito” eso sí y estrecho, a un amplio salón –remarcando el del día 9-. Es desde entonces, y debido a sus prestaciones y comodidades, además de un lugar estratégico por demás, un ideal punto de encuentro que nos marca las salidas y, más que nada, los finales de los desfiles. A lo largo de estos años ha sido un dignísimo edificio en el que se han mantenido reuniones tanto Generales, Extraordinarias, como de escuadras, de peñas o de cualquier otro tipo, en el que se han sucedido importantes visitas, el cual ha servido para reposo y descanso y no sólo de nuestros músicos sino también para todo aquel que lo ha solicitado. En él y con él, no en vano nació el mismo año, el Concurso de Pintura Festera y Fiestas Populares ha tenido sentido y un albergue –sus paredes no pueden estar mejor decoradas-. Nos sirve para el Brindis fin de año celebrado hasta entonces en “La Cábila”, para el concurso de Dibujo Infantil, para las reuniones Generales tanto Ordinarias como Extraordinarias, para la realización de las partidas de Truque, Dominó y Parchís, para el Ecuador Infantil y para Presentaciones de libros. Sin olvidarnos que es el punto en el que se inicia La Romería, la Comida de Hermandad, se han celebrado noches como la de Nochevieja, Día 4 o San Valentín, proyecciones de películas, retransmisiones deportivas, en la planta baja se lleva a cabo la Cena de La Entradica… Muchos socios y amigos hemos visto en sus instalaciones el lugar adecuado para celebrar cumpleaños, bautizos, bodas y un sin fin de eventos.
Es nuestra Casa y cumple las funciones que desde hace décadas han necesitado nuestras Sedes Sociales y nuestras Jaimas. Cuatro han sido los Presidentes que con sus Juntas Directivas han marcado las directrices de los Moros Nuevos en sus instalaciones. Sus dependencias están perfectamente habilitadas y les permiten a dichos directivos trabajar muy bien. Las pruebas son evidentes. ¿Y qué decir de los músicos? Lejos han quedado los años en los que cada moro se llevaba a un componente de la Banda para que durmiera en su casa. En la segunda planta de nuestra Sede, quienes armonizan cada uno de nuestros actos, se encuentran con unas dependencias en las que no les falta literas, aseos, cocina, comodidad y un lugar estratégico para llegar a tiempo y en perfecto estado de revista a todas sus citas.
Durante el Concierto Festero que la Banda Municipal de Villena, dirigida por el maestro Gregorio Casasempere, ofreció el pasado 7 de marzo, en el Teatro Chapí con motivo del Ecuador Festero, se presentó la Marcha titulada “La Jaima”. Una obra creada por el músico, vecino de Cañada, Miguel Ángel Más Mataix y que está dedicada a nuestra Comparsa, a los Moros Nuevos. Miguel Ángel fue el flamante ganador del concurso que los del raso de oro creamos para conseguir una pieza que nos caracterizase en nuestro 150 Aniversario allá por el 2003 y es, por tanto, el autor de “Efeméride 150 años de Moros Nuevos”, todo un emblema seis años después. “La Jaima” es un generoso regalo que nos ha ofrecido y al que nosotros mismos hemos bautizado. Es una melodía muy bien hecha, que nos viene como anillo al dedo y que ha gustado mucho. Cuando por las calles de Villena le sumemos estas fiestas el contencioso “baile” de nuestros pantalones la combinación será explosiva. Sin duda, hora era de que esta edificación, con tanto arraigo y significado para nosotros, tuviese una composición para rendirle homenaje.
Doce serán las fiestas, en este 2009, en las que nuestra Casa –lo es desde su cimentación hasta la última teja-, nuestra Sede Social –centrada, sobre todo en la primera planta, aunque también lo es, debido al Archivo, la segunda-, nuestra Jaima –la planta baja- esté en pie. Hablaba de funciones dejando, para remarcarla, la de hacer Comparsa. La función por excelencia y que, sin duda, mejor cumple ésta que desde 1998 es un gran motivo de orgullo. Seamos de la fila, la escuadra o la peña que sea sus puertas siempre están abiertas para nosotros, a lo largo de todo el año, en la infinidad de actos que acoge, en los gratificantes almuerzos y aperitivos festeros, después de cada uno de los desfiles, y en miles y miles de ocasiones más.
Amado-Juan Martínez Tomás
Cronista
Bibliografía
Libro del 125 Aniversario de la Comparsa
Libro del 150 Aniversario de la Comparsa
Programa Interno del año 1998
Actas internas de la Comparsa de Moros Nuevos