Prólogo
Formar parte del entramado que conforman las fiestas de Moros y Cristianos de Villena es, cuanto menos, apasionante. Y es que las fiestas, nuestras fiestas, son mucho más que ponerse un traje, antiquísimo y precioso, y salir ufano a la calle a desfilar durante el corto espacio de tiempo de cinco días al año. Añado, no que es que sea mucho más, es que esto es tan sólo una ínfima parte. No está mal recordar que nuestras fiestas son sobre todo tradición y eso significa cultura, religión, raíces, esencia… las fiestas forman parte de nuestro comportamiento como miembros de una sociedad, se convirtieron, hace ya más de diecisiete décadas , en un aspecto incluso biológico, son en definitiva, y como seguramente diría un psicólogo, antropología.
Formar parte del entramado que conforman las fiestas de Moros y Cristianos de Villena significó para nuestros antepasados, allá por la mitad del siglo XIX, una manifestación de júbilo y espontaneidad con la que unían lazos con el pasado y la historia de esta tierra, que ahora es la nuestra, además de una manera de entender el paso por la vida. Meritoria y digna de elogio fue aquella valentía y disposición pero no menos significativa y elogiable ha sido la actitud que desde entonces, generación tras generación, ha ido aportando imaginación, trabajo y esfuerzo demostrando que por innumerables y grandísimos obstáculos que pudieran haberse presentado ninguno era insuperable.
Ahora, los que formamos parte de este entramado tenemos la suerte de contar con un camino maravilloso hecho y una respetable sapiencia sobre él, pero la dificultad de saber respetarlo adaptándolo a las circunstancias sin que merme su significado y esencia para volver a impulsar todas y cada una de nuestras tradiciones a un futuro cercano, y si es posible, lejano.
Todo lo que comento no es en vano ya que en esta ocasión, y en esta Revista Especial “Día 4 que fuera” de 2010, una publicación que desde 1984 ha sido y es capaz de reflejar la vida festera de nuestra ciudad fiel y ejemplarmente, considero oportuno dar luz sobre un acto interno que los Moros Nuevos llevamos a cabo más de un siglo. Y es que todas y cada una de las Comparsas villeneras somos piezas del mismo puzzle. Todas tenemos una forma determinada, un color concreto y un sitio inequívoco e irremplazable. Unidas y colocadas en nuestro lugar conformamos una estampa preciosa. Poro esto no es una dificultad, ni mucho menos, para que cada una de nosotras tengamos identidad propia. No en vano lucimos prendas distintas, celebramos aniversarios en fechas diferentes y tenemos idiosincrasias, en ocasiones, muy opuestas. Los actos internos de cada Comparsa así lo corroboran y los del raso amarillo en esta particularidad no desmerecemos para nada sino todo lo contrario. Actos internos de los Moros Nuevos son: (a lo largo del año) la Romería al Santuario de la Virgen de las Virtudes, el concurso de Dibujo Infantil, el Brindis Fin de Año, el Ecuador Infantil, el consolidado y cada vez con más participación concurso de Pintura Festera y Fiestas Populares, el almuerzo del Huevo Frito, la Donación de Sangre, el Reencuentro con La Cábila, la Gala de Bailes de Salón y este año como novedad han sido el Campeonato de Pinball Moros Nuevos y la Party “Juegos en Red”; (Durante las días de fiestas) la Entradica, la Cena Homenaje a la Mujer –creada en 1969-, la Cena de la Hamburguesa en la noche del Día 5, la Misa del Cementerio a los Difuntos en la mañana del Día 6, la Rueda tras el desfile de nuevos Cargos Festeros en la Plaza de Santiago, el Fin de Fiestas, y ahora Despedida de los Cargos del Día 9 y, me lo dejo expresamente para el final, el concierto y visita al Asilo de los ancianos en la tarde del día 6 coincidiendo en el tiempo con la Embajada en el Castillo de la Atalaya. Un acto que por lo histórico y por el enorme cariño que, los que nos denominamos en otro tiempo Moros Musulmanes, le tenemos, merece dedicarle la atención que se merece.
Algo de historia
El lugar donde se celebra este acto que, como digo, es uno de los más emotivos, la Visita del Día 6 al Asilo de los Ancianos en la tarde del tercer día de fiestas (contando el Día 4, por supuesto) es, además de una residencia, una verdadera joya tanto por su historia, su construcción como por el escudo que luce. Merece la pena recordar que es un edificio de finales del siglo XVII o principios del XVIII y que fue la casa solariega de la familia Mergelina. El noble linaje de éstos, originario, al parecer, de Tudela (Navarra) se extendió, desde nuestra localidad por todo el reino de Murcia. En 1476, los Reyes Católicos, tras la intervención de don Fernando de Mergelina, bachiller, contra el Marqués de Villena, don Diego López Pacheco, le hicieron entrega de una propiedad en el campo.
El escudo de este palacete, el cual se ve en la Plaza de las Malvas, está relacionado, según D. José María Soler, con D. Cristóbal de Mergelina Muñoz y Mota, caballero de la orden de Santiago y Alférez Mayor Perpetuo de la Ciudad. Este blasón campea entre los dos últimos balcones. Es un escudo partido, con las tres lises y el león de los Mergelina en el primer cuartel, y quinas, barras, cruz de calatrava, brazo armado con espada, bandera y cinco bueyes en la segunda división, que lleva bordura de armiños y corresponde a las armas de los Muñoz. Va timbrado con corona marquesal y cruz de Santiago. Todo un vestigio, que se mantiene firme y orgulloso, del pasado.
Cuando el palacio pasó a ser Asilo de Ancianos, en 1888, era propiedad de los señores D. Rafael Aynat Cifre, Dña. María Concepción Mergelina Selva y su hija Dña. Dolores Aynat Mergelina y allí, por cierto, reposan sus restos. La caridad de esta familia se ve refrendada de nuevo al saber que Dña. Dolores Aynat fundó el colegio Nuestra Señora de los Dolores, donde están las Hijas de Caridad de San Vicente de Paúl, donando para este menester el edificio.
Los inicios
Es, en ocasiones, harto complicado encontrar la fecha, los motivos y el momento justo de aspectos concretos. Así nos ocurre, entre otros, con la Comida del Asilo. Lo importante, de todas maneras, es intentar ser lo más exacto posible y que la información no deforme, ni en la forma ni el contenido, como se ha de intentar en todo momento, la realidad.
D. Alfonso Esquembre García es el socio número 1 de la Comparsa de Moros Nuevos y también socio número 1 de la Junta Central de Fiestas. Él, nieto del primer Presidente de la Comparsa y bisnieto de fundador, siempre ha mostrado un gran interés en el tema que nos atañe y ha investigado mucho al respecto. Confirma categóricamente al respecto que su padre, nacido en 1892, afirmaba que la realización de la Comida del Asilo era “de toda la vida”. La tradición oral, no cabe duda, no es siempre la más oportuna pero cuando viene de fuentes fiables no debe rechazarse de plano.
El que la Comparsa de Moros Nuevos ya realizáramos la Comida en el Asilo a finales del siglo XIX sería posible por las fechas en que este centro se fundó. Sabido es que las Hermanas llegaron el 25 de enero de 1883, bajo los auspicios espirituales de Santa Teresa Jornet y el sacerdote D. Saturnino López Novoa, instalándose en lo que hoy es el Centro de Salud que hace esquina con las calles Trinidad y San Francisco y que se denominaba Santo Hospital. Cinco años después, el 19 de noviembre de 1888, la asistencia y el cuidado específico a los ancianos se consiguió al trasladarse las Hermanas al edificio donde ahora está situado el Asilo -Por estos años la Comparsa estaba afianzada ya que nuestra fundación, ya sea oral o escrita, está documentada para estos años-. Este edificio no tenía, por aquel entonces, el patio ajardinado con el que ahora cuenta sino que eran tierras de huerta con cuadras para las caballerizas y enseres de labranza. Por esto, D. Alfonso Esquembre lo ha explicado en alguna ocasión, la Comida de los Ancianos se celebraba en la fachada de la Plaza de las Malvas pero ante las inclemencias del tiempo, el montaje y la curiosidad se optó por elegir lugares cerrados como vamos a ver a continuación.
La que fuera Superiora de la Casa Local, la Madre Sor Dominga Herrera, repasó en su día las actas de Fundación del Asilo. Ella no encontró en ellas la fecha, el motivo o el momento específico del que hablaba antes, pero sí multitud de referencias a esos moros de pantalón amarillo que desde tiempo inmemorial nos acercamos con tanto gusto hasta el Asilo.
Hasta la Guerra Civil
Nuestro libro del 150 Aniversario publicado, como no podía ser de otra manera, en el año 2003, es una fuente magnífica de datos y curiosidades. Éste está redactado con mimo y cronológicamente narra, como si de una novela se tratase, todo y cuanto a lo largo de todo este tiempo ha acaecido en el seno de nuestra Comparsa. Tiene variados e interesantes apartados pero, como digo, su parte principal es prosa que se desgrana año tras año y por eso para recabar particularidades, como la que en este artículo trato, se ha de ir filtrando lo que en cada momento nos abarca. Según nuestro libro es durante la Presidencia del alcoyano Antonio Valor Ripoll, en 1905, cuando se crea la tradicional Comida de los Ancianos, aspecto ya he remarcado anteriormente y que probablemente deberíamos rectificar para próximas publicaciones y Aniversarios. Se tiene constancia de que ese año, 1905, los mismos Moros Nuevos y sus esposas sirvieron el ágape a las puertas del Asilo, amenizando el acto la Banda de Música Primitiva de Alcoy, agrupación que acompañó a nuestra Comparsa muchos años, quizá por darse la circunstancias de que inicialmente estuvimos muy ligados a la Filá de la Llana de esta localidad alicantina y por el Presidente citado. Había nacido y se estaba consolidando fuertemente un acto que nunca ha dejado de celebrarse a pesar de duras circunstancias y de incluso no participar directamente los Moros Nuevos en los festejos, como así sucedió durante la Guerra Civil e incluso algún que otro año por diversos motivos.
Es de destacar que en 1908 siendo Alcalde de Villena D. Salvador Amorós Cerdán y Presidente de la Comparsa el gran cabo D. Pedro Galipienzo Perpiñá “Caratorta” sucedió un caso insólito al darse la consabida Comida junto con la Comparsa de Marruecos. Así figura, además, en el Programa Oficial de ese año. Circunstancia que no se ha vuelto a repetir.
Duros fueron los siguientes años. 1909 debido a la suspensión y posterior celebración, una semana después, de las fiestas bajo la Presidencia de D. Sebastián Lidó Bravo y los años 1910 y 1911. Periodo en el que era Alcalde D. Luis García Catalán y nuestro Presidente D. Antonio Catalán Ballester “El Chato”. Cabe recordar que en 1909 la Guerra de África acarreó grandes disturbios y supuso un enfrentamiento crudo entre la población y los gobernantes de entonces. La perspectiva de todo aquello, cien años después de producirse, es complicada de entender debido a las circunstancias de aquella época que poco tienen que ver, afortunadamente, con las actuales. A pesar de que en los Programas Oficiales no aparece la Comparsa la memoria de quienes allí estuvieron y contaron a sus descendientes, nosotros, nos dice que sí salimos. Recordada fue por nuestros mayores la decisión de última hora, acaecida en 1910, de telegrafiar a la banda de música, preparar los trajes y estar dispuestos. –Lo precipitado del hecho dio como consecuencia que llegaran tarde los músicos y desfilásemos los Moros Nuevos detrás de la Comparsa de Cristianos- . Entre tanta adversidad, anécdotas y vicisitudes la Comida a los Ancianos no dejó de celebrarse bajo ningún concepto y queda refrendado esto tanto por las crónicas de nuestra Comparsa como por la historia del Asilo de Villena.
Por 1913 aparecen los salones del Teatro Artístico como el emplazamiento donde se daba la Comida a los Ancianos. Esto puede significar que ya se venía haciendo en este lugar desde hacía unos años ya que éstos salones existían con anterioridad a dicha fecha. D. Regino Arenas Marín era por entonces el Presidente, cargo que ostentó desde 1912 hasta 1918.
Desde 1919 a 1924, periodo presidido por D. Luis Coloma Jordán, la ubicación de este acto varía. En 1919 tenemos constancia de que se realiza en los salones del Artístico pero en los siguientes tres años, desde 1920 a 1922, es en el mismo Asilo, siendo en el Círculo Agrícola Mercantil en 1923. Año en el que varía el día de celebración al ser ofrecida el día 7 como no es tradicional debido a ser este el año de la Coronación y para este día y hora se llevó a cabo la especial y muchas veces recordada “Procesión de las Antorchas”.
El Día 7 debió de parecer una fecha adecuada en aquellos momentos ya que durante los siguientes años, en 1924, 1925 y 1926 se mantuvo este día y, además, también en el mismo lugar, el Círculo Agrícola Mercantil. Ya en 1927 aunque se mantuvo este emplazamiento no sucedió así con la fecha volviéndose a celebrar, como tradicionalmente se hacía y se hace, el día 6. Este año nuestras fiestas tuvieron un día más y se alargaron hasta el Día 10 ya que se celebró el 4º Aniversario de la Coronación de la Virgen.
A finales de la década de los 20 la Comparsa era muy reducida y pasó por momentos muy duros económicamente. En las Fiestas de 1930, por ejemplo, tan sólo 14 Moros Nuevos desfilaron. A pesar de ello la tradicional Comida no dejó de celebrarse debido a la gran labor de festeros que realizaron un gran esfuerzo recaudando dinero y colaborando en todo cuanto era necesario. Presidentes como D. Antonio Mora Tomás, que lo fue desde 1925 hasta 1929 y en 1934 y 1935, y D. Francisco Hurtado García, desde 1930 hasta 1933, sus Juntas Directivas y los contados Moros Nuevos lograron el milagro del relevo de las tradiciones.
A partir de principios de la década de los años treinta la Comida de los Ancianos pasó a darse en el Teatro Chapí y en el se llevó a cabo hasta mediados de los cuarenta. Por tanto en la época de la Guerra Civil este era el enclave elegido para nuestro más que centenario acto.
Las instalaciones del mismo Asilo, a principios de siglo, los salones del Artístico, durante la segunda década del siglo XX, el Círculo Agrícola Mercantil, a partir de 1923 y el mismísimo Teatro Chapí, en los años treinta y hasta mediados de los cuarenta fueron, como hemos visto, los emplazamientos en la primera mitad del pasado siglo para nuestro emblemático acto. Lugares con mucho arraigo y solera en el ámbito cultural y sentimental de nuestra ciudad que fueron testigos de años duros y a la vez de acontecimientos tan emotivos como el que festeros, a pesar de todo, tuvieron tiempo y ganas que dedicar a los más mayores.
Desde la Guerra Civil hasta la actualidad.
La época del Hotel Alcoyano dio comienzo en 1944. Un emplazamiento que, como los anteriores, es todo un referente para la memoria histórica de los villeneros. Muchos de nuestros mayores lo recuerdan todavía.
58 comensales fueron los que dieron cuenta en el citado hotel en 1948 de la tradicional Comida del Día 6. Una cifra más que considerable teniendo en cuenta los apuros y las restricciones de la época. Muchas han sido y son las satisfacciones, los agradecimientos y las miradas de felicidad que han contrarestado al esfuerzo económico, e incluso logístico, que se debía realizar, el cual era dantesco. Mirando las Actas Internas de la Comparsa sabemos que este año la factura del hotel ascendió a 867 pesetas de la época. Así, sucesivamente, y a modo de curiosidad podemos plasmar las cuantías de los siguientes siete años: en 1949, 935 pesetas; en 1950, 1.044 pts.; en 1951, 1.200 Pts. (para 60 comensales); en 1952, 1.220 pts.; en 1953, 1.180 pts.; en 1954 (año del Centenario de la Comparsa), 1.140 pts. Y en 1955, 1.320 pts. (55 personas a 24 pts.)
Siempre que ha sido posible la Banda Oficial de la Comparsa ha estado en el acto del Asilo. A principios del siglo XX hemos hablado, por ejemplo, de la Banda de música Primitiva de Alcoy. Lógico es que esto haya sido así ya que no entendemos las fiestas, y por extensión, ninguna de sus manifestaciones, sin un pasodoble, una marcha mora o una marcha militar de fondo. Éstas melodías son nuestra banda sonora durante los días grandes y no podemos llevar las fiestas, a quienes no la pueden disfrutar como lo hacemos nosotros, si no la llevamos para que la compartan un poquito. Toda la música y más la festera encuadrada en su ambiente –y hasta podría decir que siempre- es capaz de enardecer, de hacer vibrar, de sentir, de rescatar, de aflorar sentimientos… Muchas y grandes Bandas de Música nos han acompañado. En los años 1951 y 1952 fue la Banda de Bocairente y en 1953 la Primitiva de Palomar.
Durante esta década de los 50 el acto se fue afianzando más si cabe ya que el hecho de llevar a un lugar de prestigio a los ancianos les satisfacía gratamente y el hacerlo de esta manera se había convertido en una sólida costumbre. D. Regino Coloma Sebastía, Presidente catorce años y D. Cirilo Azorín Calomardo, que lo fue desde el año del Centenario (1954) hasta 1957, lucharon mucho para que todos los Días 6 se volviera a producir la magia y este precioso binomio de Moros Nuevos y ancianos. Ellos trasmitieron a sus predecesores: D. José García Galbis, D. Pablo Castelo Villaoz, D. Antonio Tomás Conca, D. Pedro Palao Llebrés, D. Francisco Zapater López…(Presidentes hasta la década de los setenta) y a toda la Comparsa la importancia de no dejar de realizarlo con entusiasmo y vehemencia.
La primera vez que se realizó este acto en las mismas dependencias que en la actualidad fue en 1971. Este año entró en funcionamiento el edificio que hoy conocemos y que tiene entrada por la Plaza de las Malvas y también, de vehículos, por la calle Ferriz. El mismo que en su día fue la casa solariega de la familia Mergelina. El confortable y espacioso jardín ha conseguido, desde entonces, que la estancia sea, si cabe, más acogedora y confortable. El tradicional paseo que discurría del brazo de los ancianos por la calle San Francisco y por el Paseo Chapí, hasta llegar al Hotel Alcoyano, se echó de menos después de tantos años a pesar de que, aunque en distancia mucho más reducida, éste jamás se ha perdido ya que del “bracete” de los Moros y, desde 1991, Moras Nuevas, siempre llevan los ancianos hasta su mesa a la hora de cenar. Para los ancianos supone una grata novedad que un festero, ataviado como tal, tenga esa cortesía. Para el Moro Nuevo o la Mora Nueva que tiene el honor de llevar al anciano o anciana supone un regocijo inmenso. La agradable conversación que dispersan y el entusiasmo e interés que muestran son impagables.
En 1977 las Embajadas se trasladaron, con gran acierto, desde la plaza de Santiago al castillo de la Atalaya modificándose, de la misma manera, el horario de las Guerrillas. Esto provocó que no pudiésemos contar con la Banda de Música en esta ocasión pero por la importancia que tiene la música, como decía antes, este problema se solucionó con premura para los siguientes años.
El acto del Asilo del año 1982 es muy recordado debido a que la Banda de Carlet, nuestra Banda Oficial por aquel entonces y galardonada en varias ocasiones, interpretó dos piezas que sorprendieron muy gratamente. Una de ellas fue “Ganando Barlovento”, una marcha militar muy bonita con la que, además, horas más tarde desfilamos en La Cabalgata de ese Día 6. Y la otra fue una composición realizada para nuestra Comparsa en el año del Centenario y que era prácticamente desconocida ya que había pasado, ilógicamente, al olvido. Para la interpretación del pasodoble “Día 4 que fuera”, pieza en cuestión, fueron necesarias las hojas de instrumentalización elaboradas por D. Manuel Carrascosa García. Por suerte esta obra una vez “rescatada” ya no ha pasado al olvido de nuevo. Justo es mentar, como he hecho antes con sus homónimos, a D. Ramón Martínez Payá, D. Rafael Ruiz Martínez, D. Francisco Moya Soler, D. Antonio Valero Costa, D. José Giménez Navarro, D. Vicente Ferri Silvestre, D. Mateo Hernández Llorca, D. Pablo Castelo Pardo y D. José Luis Valero Costa, quienes, como Presidentes, organizaron, junto con sus Juntas Directivas, durante la década de los setenta y mediados de los ochenta el acto del Asilo con acierto.
Hasta 1987 todos los Moros Nuevos nos reuníamos en el mismo Asilo para dar comienzo allí al acto en cuestión. Esto cambió a partir de 1988. Este año y por primera vez, bajo la Presidencia de D. Vicente Rodes Amorós, la Comparsa salió desde nuestra Sede Social, situada entonces en la calle Eduardo Dato. A las órdenes de D. Rafael Valor García las escuadras de raso de oro hicieron este recorrido: Ramón y Cajal, Joaquín María López, Corredera, Gaspar Archent, Trinidad y calle Ferriz. Para los ancianos resultó más emotivo si cabe y para quienes allí estuvimos todavía mucho más. Los de Carlet amenizaron en esta ocasión la tarde, antes de la cena, con fragmentos de variadas zarzuelas.
Un año después, en 1989, el Presidente de la Comparsa, en nombre de su Junta Directiva y de todos los Moros Nuevos, hizo entrega de una placa conmemorativa a la Madre Superiora para dejar constancia de la ilusión con que los socios y amigos acudíamos allí desde hace tantos años y para agradecer, como no, la hospitalidad y alegría que siempre hemos recibido tanto de los ancianos como de las Hermanas.
En la segunda mitad del siglo XX, lo hemos visto, tan sólo ha habido dos ubicaciones para el encuentro con los más mayores del Asilo: el Hotel Alcoyano y las dependencias del mismo Asilo como ahora las conocemos e inauguradas en 1971. A pesar de que en varias décadas el acto no haya contado con ninguna variación cada año es distinto y así han intentado que fuera los Presidentes D. Manuel Estevan Ferriz, D. Antonio Velasco Navarro, D. Rafael Valor García, D. Francisco Abellán Candela y en la actualidad, D. José Hernández Sánchez y su Junta, quienes para ello no escatiman en palabras para animar a asistir siempre y ponen todos los medios a su alcance para que la tarde sea amena tanto para los que allí acudimos como, y sobre todo, para los ancianos. La Agrupación Musical los Rosales de Bolbaite, nuestra Banda Oficial, se prepara para la ocasión y nos hace pasar a todos unas deliciosas horas de música y sosiego.
Epílogo
Hablaba al principio del entramado que conforman las fiestas de Moros y Cristianos de Villena y lo que este significó para los que nos precedieron y lo que supone para nosotros mismos así como de la necesidad de guardar, adaptar y lanzar las tradiciones, sobre todo las que merecen la pena como es el caso de la Comida de los Ancianos. Un acto que, al ser privado, quizás alguna otra asociación lo pueda realizar en algún lugar pero que no tiene reminiscencias en otras localidades cercanas y del que no existen antecedentes, de la manera en la que los Moros Nuevos lo hemos enfocado desde el principio, aunque, eso sí, en muchos lugares, incluida Villena, como no, y cuando son las fiestas mayores se agasaja a los asilados con obsequios y presentes.
De lo que no cabe duda es de lo mucho que nos damos tanto unos como otros y lo poco que cuesta. Nuestra cara de felicidad, la de los ancianos y la de quienes les cuidan lo refleja año tras año –las Hermanas no han dudado, en multitud de ocasiones, en compartir alguna que otra prenda nuestra y en lanzar la gumía al aire-.
En estas ocasiones, en las que de lo que se habla está tan arraigado y es para nuestra sociedad tan importante, me vienen a la cabeza las doctrinas contrapuestas de Heráclito y Parménides, la del primero con su “devenir” y “todo fluye” y la del segundo que se presenta estática e inmóvil. Muchas veces lo hemos dicho y así figuraba escrito nada más entrar en nuestra anterior Casa, la de Eduardo Dato:”Los hombres pasan, la Comparsa permanece”. Ojalá dentro de muchos años sigamos derramando tinta para elogiar actos que van más allá de lo meramente lúdico y festero. Ojalá estos más de cien sean tan sólo el comienzo.
Amado-Juan Martínez Tomás
Bibliografía:
-Actas Internas de la Comparsa de Moros Nuevos.
-Esquembre García, Alfonso.
(2003) “La Comida del Asilo: Un acto único”. Programa Interno de la Comparsa de Moros Nuevos 2003.
-Libro del 125 Aniversario de la Comparsa.
-Libro del 150 Aniversario de la Comparsa
-Programa Oficial de Actos de 1908, 1909 y 1910.
-Soler García, José María.
(2002) “La fachada del Asilo y otras cosas del urbanismo local”. Villena. Prehistoria-Historia-Monumentos. Págs. 174-175.