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UNA COMIDA PARA EL RECUERDO

Domingo día 25 de Septiembre, una nueva cita nos vuelve a reunir a los moros, moras y amigos, volvernos a reencontrarnos sin ninguna restricción y después de haber pasado unas fiestas esplendidas, nos toca reponer fuerzas, tertulias y recuerdos de unos días pasados con algo de calor, pero con mucha ilusión, con un montón de actos y siempre en torno a una bandera.

Después de una semana pendientes del tiempo, pues nos informaban por todos los medios de comunicación, (incluyo el móvil de cada uno), que se acercaba una borrasca de armas tomar, las directiva estaba en una tesitura de que había que hacer, alguna comparsa había anulado su comida, pero los moros, teníamos un plan B, -en caso de lluvia, aunque apretados, podíamos comer en los pabellones-, así que vamos para adelante.

Dos puntos de reunión teníamos este domingo a primera hora; uno en la casa, donde estarían nuestros cargos, (esta vez todos, mayores e infantiles), la banda de música, algún directivo y todos los que quisieran ir hacia La Cábila desfilando, después de dar cuenta de algún calentico, pastas, mistela y demás vituallas. Otro estaba en La Cábila, allí gachamigueros, directivos, colaboradores y como no, algunos moros/as, teníamos también nuestro avituallamiento para ponernos a punto y empezar a prepararlo todo y así cuando vinieran los cargos poder empezar el almuerzo.

Son las 10 horas ya han llegado los que venían de la casa y están todas las mesas montadas, cada plato en su sitio con suculentos manjares, los cargos, los moros/as, amigos y los músicos esperando a que se terminen las gachamigas y así todos juntos, a dar cuenta de este apetitoso almuerzo.

Una vez acabado el almuerzo, y después de un café,  toca recoger y empezar a preparar el siguiente acto, el aperitivo. Mientras los cargos, con la banda de música y un nutrido grupo de moros/as se van a realizar el clásico paseo por Villena.

Esto es un sin parar, mientras se preparan las mesas para el aperitivo, se va organizando todo para que después del aperitivo, las paellas y los gazpachos ya estén en marcha y así sobre las 14 horas aproximadamente estemos todos comiendo. El tiempo se está comportando y el sol brilla lo que hace una mañana apacible. Entre charlas, alguna que otra cerveza y mucha tertulia, se va organizando todo y los encargados de preparar la comida y el aperitivo formando equipos perfectos, van dando forma a esos suculentos manjares.

Llegan nuestros cargos con la música y acompañantes y casi sin mediar tiempo, comenzamos a tomarnos el aperitivo, (decían que había croquetas, me imagino que sí, pues fue verlas y no verlas, estarían buenas). A continuación se empezó a formar las colas para retirar cada uno el plato elegido, (unos paella, otros gazpachos) y como en años anteriores cada uno con su plato se fue a su mesa para degustar su comida, después, la clásica torta secreta, que por cierto estaba muy buena y otra vez a por el café, la copica y mas charraicas. Rápidamente y sin tiempo que perder a por los gin tonic fresquicos, no veas como entran, parece que estamos aun vestidos de moros/as. El tiempo empieza a cerrarse y comienzan a caer unas gotas que se convierten en lluvia, pero ya nos da lo mismo, la jornada ha sido un éxito y debajo de los pabellones, ya puede llover, nosotros a mojarnos por dentro que es lo que toca. Va pasando la tarde y conforme afloja un poco la lluvia la gente comienza la retirada.

La primera comida de hermandad pos pandemia y la verdad que ha sido genial, creo que después de estas fiestas que hemos pasado, no podría ser de otra manera, un día de comparsa y amistad. Vamos a seguir así, todos a una, que somos una gran comparsa y a por los siguientes actos que nos toque realizar, a participar y disfrutar como moros/as nuevos que somos.

Ignacio Cano Chaumel 

Cronista

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