Prólogo
La Cábila tiene una simbología y una historia muy dilatada que interesa no sólo a la ciudad de Villena y a sus fiestas de Moros y Cristianos. Es cierto que la Comparsa experimentó un aumento espectacular en los años setenta gracias al rotundo éxito de todos los eventos que en este recinto se producían y es por ello, entre miles de aspectos más, que su cronología va ligada a la historia que abarcan las últimas cinco décadas, es decir, un tercio más o menos del cómputo total de años con que contamos los moros del raso amarillo.
Muchas veces, por no decir siempre, es apasionante sumergirse en un océano de fechas, anécdotas, cifras, emplazamientos... El libro de actas y el álbum fotográfico de la comparsa, los libros del 125 y sobre todo el del 150 Aniversario, artículos en distintas publicaciones y por encima de cualquier prueba, la memoria de quienes han vivido, y con vehemencia, todo cuanto ha acontecido son datos de un incalculable valor que he de intentar verter de la manera más clara y estructurada posible en este trabajo que tan gratamente realizo, debido a todas las connotaciones que para los Moros Nuevos tiene nuestra sala de fiestas.
El solaz y esparcimiento de un gran número de festeros ha estado y está relacionado con estas sucesivas construcciones. En este 2006 se cumplen 50 fiestas contando a partir de que apareciera la primera. Claro está que ha habido momentos álgidos y otros más moderados desde su aparición en 1957. Indiscutible es que han sido 50 años de gestiones, dedicación y trabajo por parte de cientos de personas generosas. Una ferviente trayectoria que ha sido marcada por las directrices de nuestros socios y directivos que nos acerca hasta la que ahora mismo es la actual, de la que tan orgullosos nos sentimos. Es necesario mirar hacia atrás, nos va a servir para apreciar mucho más nuestro patrimonio, no hablo del económico sino del que es más necesario e importante, el sentimental.
La de “El Raso” (1957)
Análogamente a la puesta en marcha por parte de Estudiantes y Piratas de sus salas de fiestas, en el año 1957, un grupo de inquietos Moros Nuevos consideraron oportuno que su Comparsa también podría realizar verbenas en las noches festivas de septiembre. Cirilo Azorín Calomardo, Presidente en ese año, no tuvo otra opción que la de satisfacer dichos deseos y así fue. En lo que hoy es el número cuatro de la calle Luciano López Ferrer, y que en aquel entonces era un solar, nació la primera Cábila envuelta en miles de sacrificios, tantos que el año siguiente hubo de hacerse unos cupones para sanear los grandes gastos ocasionados el anterior. (20 pts. –0’12€- mensuales de la época era la cuota a pagar). En el recuerdo de nuestros mayores está el dibujo del Moro Nuevo “espatarrao” por el que había que pasar y les recibía en la puerta, como la Orquesta “Juven Jazz” de Pinoso.
El resultado económico, evidentemente, no fue el que se hubiese deseado, sin embargo, y a pesar de que hasta nueve años más tarde la siguiente Cábila no se hiciera realidad, la semilla había sido sembrada y no cabía más esperanza de que algún día brotara con fuerza como así fue.
La del “Cinema” (1966-1967)
La semilla brotó cuando Pedro Palao Llebrés conducía las riendas de la Comparsa. La placeta del Cinema fue el lugar elegido para el resurgimiento de nuestro recinto en los años 1966 y 1967.
De aquella Cábila se recuerda el “queso” de moro con una luz negra en su interior y las inolvidables actuaciones de “Los Beduinos de Cádiz”, “Michel”, “Los Cinco del Plata”, “Lolita Sevilla” y “Luis Aguilé” (ya comenzaban a ser muy conocidas sus letras y sus corbatas), así como la cubierta con arpillera de la barra, con tres palmeras y hecha de obra, en esta ocasión, como en incontables veces más y siempre altruistamente, por el constructor de la Comparsa, el recordado y apasionado socio Amado Martínez Domenech “Costillares”, a la sazón, mi padre.
Cuando se celebró, el 23 de septiembre de 1967, la Junta General Ordinaria de Presentación de Cuentas, la Junta Directiva explicó el por qué de los gastos. Sin duda, las actuaciones anteriores tenían algo que ver en esto. Los problemas económicos son, más o menos, siempre solucionables, como se pudo comprobar, mientras que la cobardía y la indecisión no. Si de algo no se puede recriminar a los responsables de la Comparsa en este momento es de no ser valientes.
Los comienzos, o en este caso los “recomienzos”, nunca han sido fáciles. Las apuestas arriesgadas y audaces hay que realizarlas con decisión y firmeza, y a pesar de que andábamos en la cuerda floja y los resultados seguían sin ser satisfactorios, la juventud y arrojo de los socios y directivos de finales de los 60 y principios de los 70 en nuestras filas hicieron que este proyecto no decayera, sino todo lo contrario.
La del “Solar de Celiberti” (1968-1969)
Estos años fueron el último presidido por uno de los mejores cabos gastadores que hemos contado los Moros Nuevos y las fiestas de Villena, Pedro Palao, y el primero del que más tarde fuese también Presidente de la Junta Central de Fiestas, Paco Zapater López.
Después de que las cuentas saliesen “a medias”el año anterior, como agua de mayo fue cedido gratuitamente el llamado “Solar de Celiberti” por los señores Mateo Mora, Celiberti y Parra, situado en la Avenida de la Constitución. Dejaron su impronta en el escenario “Tino Frontera y las Sister”.
En este importante emplazamiento nació la Cena Homenaje a la Mujer la noche del Día 4 de 1969 gracias a una feliz idea de Pascual Quiles Flor y Vicente Prats Esquembre sucumbida por la Directiva. “Los tres de Castilla”fueron testigos excepcionales, al igual que los Moros Nuevos y sus parejas, de una memorable velada.
Esta Cábila comenzó a pertenecer al pasado cuando se informó de la cesión, también gratuita, del Huerto de Máximo para su ubicación en la Junta General Extraordinaria del 28 de febrero de 1970.
La del “Huerto de Máximo I” (1970-1978)
En lo que hoy es la calle San Juan Bosco estuvo emplazada la cuarta Cábila. Allí empezó a cobrarse entrada para acceder a la sala. Marruecos, Piratas, Estudiantes y Moros Nuevos, comparsas pioneras en estas lides, acordamos que así fuera debido a que era mucho esfuerzo económico el que se debía realizar para la contratación de actuaciones y hasta entonces cualquier festero, que con su traje se presentara, estaba exento de abonar, por lo que los ingresos eran verdaderamente exiguos.
Esta Cábila, también conocida como la de detrás de la Panificadora, estuvo siempre acompañada de un halo especial. Fue testigo de muchos éxitos veraniegos tanto por las tardes como por las noches. Noches con cuño son las de los moros de chaleco de fuego, las llamadas “Noches Mágicas”, “Noches de Ensueño”, como vemos, tienen ya años de tradición y solera.
Estrenaron en 1970 Cábila: “Los Cinco del Plata”, “Rosalía” y “Rosana”. Un recinto muy bien decorado con las paredes repletas de dibujos artísticos y el techo de arpillera.
En 1971, debido al buen funcionamiento del año anterior, se abrió temporada pronto, el 3 de julio, con “los Tres Sudamericanos”. A ellos les siguieron “Lone Star”, “Las Amazonas”, “Cristina y los Tops”, “Orquesta Copacabana” y en fiestas “Juanita Rivero”.
El progreso espectacular de nuestra instalación fue paralelo al de la Comparsa. La década de los 70 se caracterizó por un considerable aumento de socios al igual que el reconocimiento festero materializado en numerosos premios. La apuesta valiente llevada a cabo años atrás con mucho sacrificio iba dando frutos muy jugosos. Todavía faltaban años pero ya se comenzaba a escuchar términos como “masificación” y “cuota de entrada”.
La Directiva del gran Moro Nuevo Rafael Ruiz Martínez, tristemente desaparecido en mayo de éste mismo año, contribuyó a mantener esta línea. Era impensable un sábado de verano sin Cábila. El foso de la piscina, los toldos de arpillera y el derroche de “mentas” eran un atractivo irresistible.
Nombres y más nombres se han de sumar, esta vez durante los años 1973 y 1974 (año en el que la Junta Directiva, encabezada por el recordado Francisco A. Moya Soler, debido al buen ambiente creado acordó, por un lustro, un contrato de inquilinato con los propietarios): “Alberto Cortés”(80.000 pts.-480’81€- fue su caché), “Los Pequenikes”, “Los Santos Negros”, “Los Delmons”, “Los Umals”, “Los Zíngaros”... (Joaquín Luqui habría tenido mucho trabajo en La Cábila)
Dos novedades surgen en 1975, ya con Antonio Valero Costa al frente: una, cuando se acordó repartir, a cada moro, cinco abonos al precio de 1.000 pts. (6’01€) cada uno; y otra, con el inicio veraniego de la sala, al adelantarse al 7 de junio, un mes antes de lo habitual.
Muy interesantes fueron los artistas y sus tarifas en este estío de mitad de década: “Eduardo Rodrigo”, 45.000 pts. (270’46 €), “Los Mismos”, 85.000 pts. (510’86€), “Vino Tinto”, 70.000 pts. (420’71€), “Betty Misiego”, 75.000 pts. (450’76€) y en la noche del Día 4 “Nuestro Pequeño Mundo”, 110.000 pts. (661’11€).
En 1977 cambia un poco la situación y La Cábila fue para los Moros Nuevos del 1 al 10 de septiembre, ya que fue cedida a terceros durante el periodo de junio a agosto por un importe de 175.000 pts. (1.051’77€). Pero muy aprovechada estuvo a partir del Día 1 con una proyección de película de fiestas, el Día 2 con un Concierto por la Banda de Albalat de la Ribera, el Día 3 con una obra de café-teatro de Alfonso Paso (“Anda idiota, cásate”) y con las orquestas que amenizaron las noches de fiestas: “Tomba 8” y “Los Jodis”.
El “Huerto de Máximo” fue el marco para la celebración en 1978 del 125 Aniversario de la Comparsa. Un acontecimiento muy bien llevado por el equipo de José Jiménez Navarro que también contribuyó al aumento de número en nuestras escuadras. En la noche del Día 6, el ganador del Festival de Benidorm, Alfonso Pahino, dio una grata sorpresa al actuar desinteresadamente para todos los asistentes. Más adelante volveríamos a este emplazamiento ya que este año sus propietarios nos ofertaron el inmueble por valor de 5.000.000 pts. (30.051’61€) y la Comparsa consideró excesivo el precio y también el alquiler a partir de 1979: 300.000 pts. (1.803’04€). Así pues se cerraba de esta manera una época dulce.
La del “Harén del Huerto de la Puncha I” (1979)
En el año en el que Vicente Ferri Silvestre fue Presidente, los terrenos del “Huerto de Máximo” fueron vendidos y por ello el “Harén del Huerto de la Puncha”, utilizado anteriormente por Estudiantes y Moros Realistas, fue por primera vez nuestra Cábila, situada en la calle Sancho Medina, número 42. En esta ocasión era una sala de fiestas conjunta compartida por los ya mencionados Realistas y por los Piratas. 2.000 pts. (12’02€) debió abonar cada socio para que esto fuese posible. En 1980, un año después, una votación, por unanimidad, dio al traste con la continuidad de esta agrupación festera.
A este lugar volveríamos años más tarde sin saber que se convertiría en un emplazamiento muy querido.
La del “Huerto de Máximo II” (1982-1983)
Durante los años 1980 y 1981 muchas fueron las gestiones, nunca mejor dicho las “cavilaciones”, de directivos y socios para encontrar el mejor lugar para La Cábila. Los entresuelos del edificio “La Cadena”, el chalet de Miguel Lorenzo, en Las Tiesas, la bodega almazara de la familia Navarro Jover, situada en la Avenida de Alicante, y una parcela ubicada al lado del Matadero Municipal (lo que hoy son las instalaciones de la Policía Municipal) fueron terrenos sopesados y desechados por unas u otras razones. El Club de Tenis y el Círculo Agrícola Mercantil fueron los escenarios en este principio de los 80, siendo Presidente el veterano Mateo Hernández Llorca, de las Cenas en las noches del Día 4. Sitios muy bien escogidos que prestaron a estas veladas mucho empaque y elegancia.
Después de cuatro años, en 1982 volvimos al “Huerto de Máximo”. Mucho hubo de trabajar para que su acondicionamiento tras este tiempo fuese un hecho. No obstante, el esfuerzo fue compensado con un resultado excelente. Una vez más las ganas de la Directiva, encabezada ahora por Pablo Castelo Pardo, y de muchos socios hicieron la magia. En esta Cábila vio la luz el primer Día de los Cabos, evento de gran calado festero que se celebra en la noche del 1 de septiembre. Nos visitaron: “Can-Can Showbon” y “Juan José y su Orquesta Dallas” en 1982 y la “Orquesta Delmons” en 1983.
En 1984 ya no pudimos contar de nuevo y, ahora ya, para siempre, con este paraje. El Círculo Agrícola Mercantil, por segunda vez, nos sirvió de escenario: el Día 1 de septiembre con la Presentación de Madrinas y el Día 4 con la Cena Homenaje a la Mujer. Fue el contrapunto el espectáculo internacional “Polinesia Show”.
La del “Harén del Huerto de la Puncha II” (1985-1990)
Con premura y acierto actuó la Comparsa en junio de 1985. Los Moros Realistas dejaron el recinto festero “El Harén”, compartido con ellos y con los Piratas en 1979, y este local, “La Puncha”, situado en la confluencia de las calles Sancho Medina con San Cristóbal, fue por nosotros alquilado, una decisión tomada en la Junta Extraordinaria el 28 de junio de este año. Una ardua labor teníamos por delante: conseguir resultados similares a los de antaño y crear ambiente.
En 1986 hubo un aumento del presupuesto para la sala de manera muy notable: 2.550.000 pts. (15.325,81€). Este año se celebró el 30 Aniversario de La Cábila y en ella se modificó de lugar la barra, se renovó la instalación eléctrica y se remodelaron los servicios. Todos estos aspectos se informaron en la Asamblea General del 9 de mayo. Durante los meses de verano pudimos utilizarla, como años atrás, de terraza de verano. El 24 de octubre hubo otra Asamblea, esta vez de Presentación de Cuentas. Los gastos referidos a La Cábila fueron de 5.300.000 pts. (31.853,04€). Por tal motivo se aprobó un anteproyecto del Presupuesto para el siguiente año, presentado por la Directiva.
En el Presupuesto de 1987 los gastos de nuestro recinto fueron superiores a los ingresos. Seis pases a 1.000 pts. (6,01€) para los días de fiestas, con una combinación de la Lotería Primitiva con coches como premio, fue la seductora solución repartida entre los socios para mitigar la diferencia. El 8 de octubre cesó José Luis Valero Costa de Presidente.
Años de trabajo, resurgimiento, optimismo y resultados fueron los venideros. La Cábila empezó a ser testigo de presentaciones a la altura de Galas en las que los asistentes fuimos testigos de impresionantes puestas en escena. La noche del Día 4, a partir de 1988 distribuida en engalanadas mesas redondas, se sirvieron con auténtica prestancia y buen gusto. Es de ley remarcar las orquestas de este año: “Insignia” y “Túrbula-Show”, a la cual debemos los Moros Nuevos que el cuño de “Noches de Ensueño”, todavía hoy, remodelada eso sí, siga vigente y con inusitada fuerza.
A pesar del frío y de la lluvia, en 1989, La Cábila abrió, de par en par, sus puertas. “Supermagnos” y “Túrbula-Show” pusieron entusiasmo para que la temperatura fuese una mera anécdota.
1990 fue el año en el que el “Proyecto Cábila” cogió sin freno carrerilla. En la Junta General de Presupuestos que tuvo lugar en La Casa (Eduardo Dato, número 4) el 23 de marzo de ese año, el Presidente, Vicente Rodes Amorós, informó de las gestiones realizadas para la adquisición de un terreno donde podría ubicarse La Cábila, ya que ésta del “Huerto de la Puncha” lo necesitaban, sin prisas pero sin pausas, sus propietarios.
Muchos trabajos, tanto de tipo técnico como económico, el Presidente y una comisión realizaron, explicándolos éste con meridiana claridad en el Boletín interno número 16 de la Comparsa, en el mes de abril, con el título “La Cábila, un ilusionado proyecto”. Los socios quedamos así al tanto de todo cuanto a esas gestiones nos concernía.
En la Asamblea General Extraordinaria del 4 de mayo, en la sala de juntas de la calle Joaquín María López número 14, y tras estudiar y debatir los factores positivos y los negativos del conjunto técnico-económico del proyecto, se procedió a la votación nominal y secreta mediante papeleta entre los 220 asistentes a la reunión. El resultado fue el siguiente: 150 votos afirmativos, 65 votos negativos, 4 votos en blanco y 1 voto nulo. El “Proyecto Cábila” quedaba así aprobado en su totalidad ya que el recuento aclaraba que el voto afirmativo superaba a los demás en dos tercios del total. La Asamblea acabó a las 02:30 horas de la madrugada con un inmejorable sabor de boca. Habíamos visto, incluso virtualmente, cómo quedaría nuestra Cábila y sabíamos los datos: Finca número 20.542, Libro 287, Folio 96, inscripción 3ª del Registro de la Propiedad de Villena, al igual que la descripción: siete tahullas y media o 63 áreas, 90 centiáreas de tierra de riego en la partida de La Losilla a un precio de 8.898.750 pts. (53.482,56€).
Las últimas fiestas en el “La Puncha” se caracterizaron por una mezcla de nostalgia y de ilusión. Por fin, después de tantos años, un terreno nuestro iba a ser la base de esta Cabila nuestra, tan querida y tan nómada. Se deseaba con fuerza que el tremendo esfuerzo que íbamos a soportar durante unos años se viera compensado por el éxito de un local festero que trascendió, y todavía trasciende, los límites de la Comparsa, de nuestras fiestas y de nuestro pueblo.
Construcción de la de “La Losilla”. Nuestra Cábila
La importancia de la construcción de la nueva Cábila llevó a nombrar una Comisión, en 1990, a modo de interventores y censores. Las gestiones iban produciéndose y en enero de 1991 se solicitó la licencia y se firmó el proyecto eléctrico (el enganche ascendió a nada menos que 1.119.513 pts. (6.728,41 €)) y comenzaron las ofertas para la gran obra.
El 17 de febrero es una fecha simbólica. Fue el día en que se colocó la primera piedra de nuestra sala. Ginés Pardo y Carmelo Dávila, en este primer domingo de Cuaresma, oficiaron la Santa Misa en el todavía solar. Una jornada de hermanamiento que comenzó temprano y en la que hubo desayuno, desfile y la certeza de caminar todos juntos en la misma dirección. Febrero “el corto” dio para mucho y fue el mes en que todo comenzó a rodar: el día 14 se contrató la jardinería, por un importe de 4.800.000 Pts. (28.848,58 €) el 25% a la firma y el resto a seis meses, incluyendo la fuente, el goteo, plantaciones…; el día 15 se colocaron los primeros bloques; el 19 el pavimento era contratado al precio de 3.000 pts. (18,03 €) el metro con zahorra, mayazo, cemento y el grabado, y el 26 la estructura se comenzaba a formar, ésta a 18.000 pts. (108,18 €) el metro cúbico.
Llegó marzo y el día 2 estaba acabada la obra del escenario y el compactado del suelo y se comenzó la cimentación de los aseos. Un día más tarde también se empieza con la fachada. Ya conocíamos dos nuevos presupuestos: el de la construcción metálica de las dos barras y del escenario que ascendió a 1.650.000 Pts. (9.916,70 €) y el de la acometida del agua: 650.000 Pts, (3.906,58 €). El presupuesto de La Cábila ascendió a 3.685.000 Pts. (22.147,30 €) siendo el de la Comparsa de 11.846.971 Pts. (71.201,73 €) Estas cifras las conocimos el 22 de marzo en una Junta Ordinaria. La cuota de los socios se mantuvo debido a que este año, 1991, la Comparsa contó con un importante número de altas. Las Moras Nuevas iban a irrumpir con inusitada fuerza y deseo en las fiestas de Moros y Cristianos de Villena.
En abril se trajo desde la tierra de los tulipanes (Países Bajos) el vinilo que se colocó para formar los arcos de la herradura en los cristales de los pabellones, 1.648.000 Pts. (9.904,68 €) y se decide que el letrero será en azul y oro y se realizará en Barcelona
Mayo finalizó con los muros y la pared exterior terminada al igual que la taquilla, los capiteles de los pilares y los moldes de los arcos. Los cristales de los pabellones también estaban colocados. Las puertas ascendieron a 462.173 pts. (2.777,72 €) y la instalación eléctrica a unos 4.000.000 Pts. (24.040,48 €). Se continúa con la valla, los pilares y la gran cantidad de azulejos. El ritmo es muy bueno.
En la Asamblea General Extraordinaria del 21 de junio, el Presidente, Vicente Rodes, expuso diversos dibujos de las diferentes fases que él mismo había preparado. La Junta Directiva propuso que los 40.000.000 Pts. (240.404,84 €) iniciales del proyecto se ampliaran a 62.000.000 Pts. (375.632,57 €) debido a dos razones: la construcción de un segundo pabellón cubierto y la finalización total de las obras. La tranquilidad vino de mano del Presidente al puntualizar que las cuentas eran casi matemáticas en este último presupuesto y que el margen de error sería insignificante. El mes de junio fue, sin duda, frenético. La obra se quería terminar completamente y en el aspecto económico hubo algunas dudas pero confianza porque todo estaba previsto. Surgieron, cuando todo iba más o menos encaminado, los desasosiegos propios por querer que todo resultara como nos merecíamos. El esfuerzo estaba empezando a verse compensado pero faltaba el empujón definitivo.
Acabando julio el suelo estaba listo y las palmeras comenzaban a afianzar sus raíces. En este mes el “yesaire” comenzó, los arcos se desencofraron, vino una nueva “cuadrilla” de albañiles, se terminó la escalera del escenario, los fontaneros empezaron su trabajo…
Llegó agosto y el nerviosismo era palpable. Se tuvo que construir una poza para el desagüe de las aguas de lluvia. El alcantarillado, claro está, no existía. Los trabajos de jardinería nos preocuparon pero el día 13 fueron colocadas las plantas. Los azulejos ocuparon su sitio en todos los huecos para ellos destinados. El 23 (¡faltaban sólo ocho días para la inauguración!) el césped ocupó su espacio. Se sucedieron los contratiempos de última hora pero en las caras se reflejaba satisfacción. El milagro estaba a punto de producirse. Con los nervios a flor de piel pero con una ilusión desbordante y pletóricos de felicidad vimos que el sueño iba a ser realidad y que el 31 de agosto, con el último de los retoques, la cinta de nuestra Cábila iba a ser cortada.
La de “La Losilla”. Nuestra Cábila. (1991-2006)
La noche del 31 de agosto de 1991 se ha de recordar con renglones derechos y ribetes dorados. La media luna mora nos acompañó y su embrujo supo subyugarnos cuando, tras cortar la cinta y descubrir una placa conmemorativa, todos los socios y, por fin, socias accedimos al lugar que nosotros tanto habíamos deseado. La media luna mora nos mostró un recinto acogedor en el que el verde de las palmeras y el sonido del agua de la fuente al recibirnos se mezclaba con el rojo latir de todos nuestros corazones emocionados. Atrás quedaban los años de ir improvisando salas de fiestas. Aunque siempre con gran dignidad y decoro habíamos salido hacia delante, como hemos visto, ahora era el momento de disfrutar algo nuestro, una realidad.
Alfredo Rojas Navarro fue quien habló por primera vez en el estrenado escenario. Él, como nadie, sabía la historia de los Moros Nuevos y lo demostró. Siempre a la altura supo situarnos en el gran momento que estábamos viviendo y nadie mejor que él para embebernos más, si cabía. Vicente Rodes Amorós, el Presidente, pletórico y vehemente tuvo palabras de admiración para su Comparsa. Él, precisamente, sabía mucho de desvelos, de trabajo y de dedicación.
No faltó en esta velada la Orquesta “Túrbula”. Fue ella la que modificó la canción “Bravo por la música” por “Bravo por La Cábila” mientras que los fuegos artificiales iban produciéndonos un efecto embelesador. La primera noche de ensueño en La Cábila de La Losilla, en la nuestra, en la actual, estaba servida. El comienzo no pudo ser más halagüeño y alentador.
El 27 de marzo de 1992, día en que se convocó la Asamblea para la presentación del Presupuesto de ese año, se indicó que la cuantía total de la inversión en cuanto a La Cábila ascendía a 72.915.580 Pts. (438.231,46 €) y se verificaron todas las partidas. La Comisión nombrada para ello hizo de supervisora.
El primer verano de la nueva Cábila comenzó el 3 de julio. La presentación del disco “Tecno Valencia 2” fue un verdadero éxito. Al igual que la “Noche Tuareg”, celebrada el día 11 de julio y organizada por dicha escuadra perteneciente al Bando Marroquí. El 15 de agosto nació la llamada Fiesta “Homenaje a las Madrinas”. Nuestros cargos obsequian a sus homónimos con la insignia de la Comparsa desde entonces en este acto. Los villeneros ya comenzaban a conocer la sala de fiestas que tan unida ha estado y está a la memoria colectiva de la ciudad. Fue el prólogo de unas brillantes noches de fiestas amenizadas por las orquestas “Túrbula”, “Cassino” y “Jerusalem”.
El Presupuesto para La Cábila ha ido, obviamente, aumentando progresivamente. En 1994, 8.455.000 Pts, (50.815,57 €) iban destinados para ella, y 2.365.000 Pts. (14.213,94 €) para sus gastos extraordinarios.
Ya desde finales de los ochenta e incluso antes, las Presentaciones de nuestras Madrinas, tenían una gran repercusión. Con el nuevo marco las posibilidades se dispararon y si antes eran auténticos espectáculos ahora ya se conseguían magistrales puestas en escena. La imaginación y el desbordante sacrificio ha hecho posible que año tras año el reto se haya conseguido superar, posiblemente, debido a la magia de la ilusión.
Si algo ha caracterizado a La Cábila de los últimos tiempos es la calidad de sus orquestas. Cuatro años consecutivos (1994-1997) disfrutamos de la conocida “Orquesta Alcatraz” en la noche del Día 4. Todo un placer para comenzar las fiestas. A ella, este mismo año, 1994, hemos de sumar nombres como “Benidorm”, que también actuó en 1993, “Pablo y su orquesta”, “Cassino” y “Flashunión”.
El nuevo lugar de esparcimiento para los Moros Nuevos y todos nuestros amigos perteneció de inmediato a la vida de la Comparsa. Allí se empezó a celebrar el Brindis Fin de Año, las Comidas de Hermandad, los Campeonatos de Ajo y Gachamiga… Y, a la vez, hemos visto como Directiva tras Directiva la han mimado muy especialmente. En 1994 su aspecto mejoró con la colocación de las rejas de hierro y el jardín exterior. Todo un acierto. Desde ese año el pistoletazo de salida para los eventos veraniegos es la “Fiesta Mora”. Una celebración que va en aumento y que convoca a multitud de jóvenes, y no tan jóvenes, hasta altas horas de la madrugada bajo un espléndido cielo de estrellas estivales.
En los últimos años de la década de los noventa otra importante construcción fue abordada por los Moros Nuevos también con acierto. La de la Sede Social. Las casas adyacentes fueron adquiridas y nuestra Jaima fue erigida en 1998. Ello no supuso para La Cábila detrimento alguno ni mucho menos, prueba son las orquestas que allí han actuado: “Libertad”, “Paralelo”, “Tic-tac”, “Pablo y Villena”, “Pershing”, “Tribu”, “Cuadrilla Latina”. Para continuar en fiestas posteriores con nombres como “Volcán”, “Orquesta Santiago y la Central de Música”, “Carrusel”,”La Habana”, “Batucada”, “Millenium”, “Coco” o “Belissima”, la que el año pasado consiguió nuestro aplauso y verdadero reconocimiento.
Nuestro recinto se ha visto anfitrión en diversidad de actos y eventos. Ha sido y es el lugar escogido por muchos socios para celebrar bautizos, comuniones y, sobretodo, bodas. Por su escenario han pasado multitud de artistas, la Gala Benéfica de APADIS ha tenido allí su marco perfecto y gratuito durante muchos lustros, las Presentaciones de las Regidoras Mayores de fiestas también han tenido cabida, al igual que unas noches del Día 4 verdaderamente rutilantes y apoteósicas. A lo largo del estío es un “lugar pasión” sin rival capaz de reunir a miles de personas. Cierto es que contrasta esta cifra con la que se produce durante las noches de fiestas, pero si somos justos y sopesamos en una balanza el número de satisfacciones y de retribuciones que de nuestra sala recibimos supera con creces la oscilación del otro peso, sin lugar a dudas.
Cincuenta fiestas han pasado desde las primeras con que contamos con una Cábila. Mucho, en apariencia, han cambiado las fiestas y las circunstancias. Sin embargo, el espíritu festivo y festero de aquellos “moricos” sigue indeleble entre los muros de todas y cada una de las salas de fiestas que han ido pasándose el testimonio. Sus paredes han visto a Presidentes responsables, Directivos osados, cargos emocionados. También han sido testigo de muchos bailes, unos frenéticos y otros suaves, de besos dulces, de miradas robadas…
De La Cábila mucho podemos hablar, decir y escribir. Cincuenta años son una vida y, sin embargo, son tan sólo el comienzo. Su mejor homenaje es pisar su suelo, respirar su esencia, sentir su historia, disfrutar su existencia, y continuarla.
Amado-Juan Martínez Tomás
Cronista
Fuentes: Libro del 125 Aniversario, Libro del 150 Aniversario, Libro de Actas de la Comparsa, Pedro Palao Llebrés, Carmen Tomás Sánchez y Directiva de la Comparsa.