Vivir en el corazón de los que dejamos detrás de nosotros no es morir.
Tomás Campbell
Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.
Proverbio italiano
Prólogo
Resulta harto complicado, hasta para quienes vivimos las fiestas de Moros y Cristianos de cerca e intensamente, definirlas de una forma que sea justa, y sobre todo completa, debido a que son éstas un compendio de un sinfín de matices. Cultura, religiosidad, historia, hilaridad, costumbres, tradición… se dan la mano, y no sólo del 4 al 9 de septiembre ni mucho menos, para enzarzarse en actos de todo tipo, clase y calado. Los días de fiestas, a lo largo de todo el año también pero en eventos con otro marco y de otra esencia, descubrimos que podemos asistir a majestuosos desfiles con connotaciones únicas cada uno de ellos, a fidedignas representaciones históricas y a situaciones de carácter afectivo y lúdico imposibles de sentir y vivir si no es Día 5, Día 6, Día 7… Esto es así y es una suerte que lo sea pero es justo afirmar que, para nada, es nuevo sino que quienes nos entregaron el testigo de estas fiestas que tanto nos enorgullecen ya lo visualizaron de esta manera. Todas y cada una de las comparsas que formamos las fiestas de Moros y Cristianos de Villena poseemos señas de identidad definidas y por ello, cada una de nosotras, tenemos actos internos que nos perfilan todavía más si cabe –mucho hincapié hacemos en ello-. Los Moros Nuevos, del 9 al 4 de septiembre, tenemos una apretada y variadísima agenda: Ecuador Infantil, Party Moros Nuevos. Juegos en Red, Donación de Sangre, Reencuentro con La Cábila, Concurso de Pintura “Moros Nuevos”, Aprendiendo de Vinos, Gala de Bailes de Salón, Romería al Santuario, etc. actos éstos que nos simultanéa unos meses con otros sin darnos apenas cuenta y durante los días de fiesta, y desde hace décadas, esta agenda es igual de intensa. Sobre todo el Día 6. Jornada en la que coincide la Embajada con la Visita a los ancianos del Asilo por la tarde y, por la mañana, tras la Diana acudimos al cementerio para realizar allí, delante del panteón de la familia Amorós, una Misa en honor a los difuntos.
70 Aniversario
La vorágine que significa nuestra propia existencia, y por consecuencia las fiestas, nos conlleva a realizar rituales de los que en realidad no tenemos consciencia de por qué los llevamos a cabo de esta manera ni tan siquiera de por qué los llevamos a cabo. El acto de la Misa del Cementerio es uno de ellos. Es éste uno de los más característicos, ligados y emotivo para los Moros Nuevos y seguro estoy de que un gran número de festeros de los del raso de oro desconocen los datos que a continuación se van a verter.
En este 2011 se cumplen, nada más y nada menos, que el 70 Aniversario desde que la Comparsa de Moros Nuevos decidió acudir al camposanto municipal para rendir homenaje a quienes sintieron y aportaron, en ocasiones mucho, al destino de la comparsa para que sea lo que hoy en día es: una asociación cohesionada, fortalecida, orgullosa de una valiente y arraigada historia y con una visión de futuro decidida y halagüeña. Una misa del Cementerio que fue tomando un denodado interés y que llegó a ser multitudinaria. Año tras año, y desde 1941, somos muchas las personas que nos damos cita alrededor del panteón de la familia Amorós –el que sea así también tiene un porqué- para oír la Santa Misa y cómo la Banda de Música Oficial interpreta la marcha mora “Moros Nuevos”, del Maestro D. Manuel Carrascosa. No sin antes depositar en la Cruz central una corona de flores y como preludio de la posterior visita a las tumbas de los moros/as fallecidos/as durante el año.
Luis Coloma Jordán y Regino Coloma Sebastiá
Para indagar en los orígenes del acto que nos ocupa hemos de detenernos en las figuras de dos Moros Nuevos –padre e hijo, además- que estamparon sus nombres, por su dedicación y cariño a la comparsa, con tinta imborrable. Del fallecimiento del primero y del reconocimiento y admiración de su hijo nace la Misa del Cementerio y es por ello que en ellos y en sus contornos como festeros debemos detenernos.
Luis Coloma Jordán asumió la presidencia de los Moros Nuevos, la primera vez, desde el año 1919 hasta 1924, siendo Antonio Mora Tomás un gran colaborador de éste. Constancia hay de que durante ese tiempo no dejó de realizarse un acto interno tan importante como es la Comida del Asilo y que en 1923 se celebró la Coronación de nuestra Patrona y la denominada “Procesión de las Antorchas”. A este periodo de seis años al frente de la Comparsa se sumaría, quince años después, uno más.
Después de un trienio de contienda arrancada en 1936 comenzó una complicada labor, aplicable asimismo a la vida en el país, para conseguir sacar hacia adelante a la Comparsa y a las fiestas en general. Es entonces cuando desde nuestras filas aparecen grandes festeros como Regino Coloma, Paco Clavel, Cirilo Azorín, Francisco Velasco, Alfonso Esquembre, etc. y Luis Coloma Jordán es en ese 1939 quien vuelve a la carga durante un año para ser Presidente por segunda vez con una Directiva compuesta por Pedro Belando López, Antonio Pérez Ferriz “El Furni”, José Pérez García “El estanquero”, Cristóbal Amorós, José Soler Requena “El barón” y, de nuevo, Antonio Tomás Conca.
Regino Coloma Sebastiá tomó el testigo de su padre con indiscutibles ganas y con una entrega sin igual. Estuvo al frente de los Moros Nuevos 14 años, desde 1940 hasta 1953, fecha en la que hubo de desplazarse a Argentina y tomó posesión de su puesto en 1954 Alfonso Esquembre García junto con Francisco Blasco García y Cirilo Azorín Calomardo.
Porque es en nuestro Libro del 150 Aniversario donde se explica la categoría de este festero con claridad meridiana, paso a trascribirlo literalmente: “Hombre nacido el día 7 de septiembre de 1902 entre sones de fiesta, cuyos primeros pañales fueron las propias prendas del traje de moro nuevo, prendas que año tras año continuó vistiendo hasta que se marchó de entre nosotros. Sólo hubo un año que no nos acompañó en las fiestas, por encontrarse en Buenos Aires; pero no por eso dejó de celebrarlo a su manera, poniéndose allí mismo el traje de moro nuevo y dando lugar a un espectáculo insólito entre sus convecinos argentinos.
Este presidente, que por sus virtudes festeras y humanas se hizo acreedor del máximo galardón instituido para festeros ejemplares, luchó denodadamente por la Comparsa, tanto en labores de captación de socios, como en la realización de cualquier tipo de actividad, por muy desagradable que ésta fuera.
Además de presidente y directivo, fue capitán y alférez en infinidad de ocasiones.
Uno de sus objetivos como presidente fue la consecución de nuevos socios, labor que no fue infructuosa del todo. Es de destacar el fichaje en sus primeros momentos del que siempre fue embajador de los Cristianos, Antonio Tomás Conca “Candileja”, al que luego, años después, se le daría el nombramiento de presidente de honor nuestra Comparsa. Más tarde, a mediados de los años 40, se hizo una nueva labor de captación entre la juventud del momento dando de alta a nuevos socios, entre ellos a Pedro Palao Llebrés, quien pasó a ser uno de nuestros cabos oficiales.”
Está, desde que murió D. Regino Coloma, la plaza de Sultán de los Moros Nuevos vacante.
La Misa del Cementerio
La recopilación de datos, el ensamblaje de los mismos y la búsqueda de escritos y artículos relacionados con un asunto se hacen, siempre, más interesante de lo que a priori puede parecer. Y esto es así porque la recompensa no es otra que, en la mayoría de ocasiones, la sorpresa de lo que llevas a la luz por un lado y la confirmación, por otro, de que siempre ha habido quienes generosamente y con mucha vista y sentido han ido allanando el terreno. D. Alfonso Esquembre ya en 1991, cuando se celebró el 50 Aniversario de este acto, investigó sobre él, nuestro Libro del 150 Aniversario así como nuestras Actas son una fuente caudalosa y, como no, la memoria de quienes allí estuvieron hacen que todo tenga explicación. Esa que el ser humano tenemos la “manía” de buscarle a todo.
El 27 de febrero de 1941 murió D. Luis Coloma Jordán siendo su hijo, D. Regino Coloma Sebastiá, el Presidente de la Comparsa. Seguramente a petición suya y con la aprobación, es de suponer, de la Directiva, debido a la trayectoria festera de D. Luis, se acordó llevar en la mañana del Día 6 de septiembre una corona de flores a su tumba. El acto sencillo y sin pompa alguna fue, visto el desarrollo de los acontecimientos, del agrado de los Moros Nuevos. La corona de flores, en la tumba del que fuera Presidente, era un gesto que se hacía significativamente extensivo y servía de homenaje no sólo a él sino a todos los que habían formado parte de los moros del pantalón amarillo. Es por esta razón que en los años 1942 y 1943 se repitiera el mismo gesto y en las dos ocasiones “sólo con corona”.
El 6 de octubre de 1943 falleció D. Salvador Amorós Martínez y muy poco después, el 13 de noviembre lo hizo D. José Amorós Cerdán, hijo del anterior. Estos acontecimientos fueron importantes para el devenir del acto que nos ocupa porque a partir del año siguiente, 1944, la sencilla corona de flores se completó en una Santa Misa en el panteón de la familia Amorós –lugar en el que todavía se sigue celebrando- presidida, hasta que sus facultades físicas se lo permitieron, por Doña Isabel Cerdán Gómez -Esposa de D. Salvador y madre de D. José- oficiada por el sacerdote de la parroquia de Santiago –esto fue así durante muchos años- y ayudando a arreglar el altar, además de algún Moro Nuevo, y llevando los ornamentos una persona de confianza de la familia, Doña Trinidad Soriano.
Esto fue así porque la familia Amorós además de participar muy activamente en obras sociales, culturales y educativas de la ciudad lo había hecho también en el seno de la Comparsa. Sin olvidarnos de que D. José Amorós era miembro activo de la misma y, a pesar de que no figura en ningún lugar, se dice que fue Capitán en la década de los años 20.
Durante 18 años fue D. José María Baquero quien ofició al brindarse como capellán de la Comparsa desde que llegó al colegio Salesianos. En 1973 cedió su cargo al primer Moro Nuevo-Sacerdote D. Ginés Pardo García con solemnes y muy emotivas palabras.
Después de tantos años es lógico que la Misa del Cementerio haya pasado por muy diversas etapas hasta llegar a nuestros días. Anécdotas no le faltan al igual que curiosidades como las que cuenta el socio número 1 de la Comparsa D. Alfonso Esquembre: “Si tenemos en cuenta que al terminar la diana del día 6 y sin almorzar, y por la falta de transporte había que ir andando junto con la música, es natural que este acto fuera decayendo, máxime cuando los miembros de la comparsa éramos relativamente pocos y había que quedarse algunos para realizar las salvas. En 1948 se alquiló el camión de Valero que por 50 pesetas nos llevó a
“todos” y que nos esperaba en la Puerta de Almansa y al siguiente año ya fuimos en un autocar de La Onteniense que cobró 150 pesetas.”
1991. 50 Aniversario
En el capicúa año del siglo pasado –fecha en la que además de la construcción de la nueva Cábila salieron a la calle por primera vez las Moras Nuevas- y con carácter extraordinario, D. Arsenio Irigoyen Urtasun, el entonces arcipreste de Villena, ofició la Santa Misa en el Cementerio el Día 6. El motivo fue el 50 aniversario del acto. Durante la homilía fue él quien felicitó a la Comparsa por llevar a cabo celebraciones de este tipo y quien supo realizar un acto cargado de emotividad y recuerdo. Tanto por los cincuenta años que entonces habían pasado como por las personas que se quedaban en el camino. Al igual que él, y en el Programa Interno y anual de la Comparsa –el llamado “Huevón”- lo hacía el Obispo de Orihuela-Alicante con este Saluda:
“Con mi cordial oración y saludo a la comparsa y simpatizantes de “Moros Nuevos” de Villena, en el 50 Aniversario de sus celebraciones en sufragio de sus antiguos compañeros. En el Señor. Sept. 91”
El asturiano D. Francisco Álvarez Martínez ocupó el cargo de Obispo desde 1989 hasta que en 1995 fue designado para ocupar la Sede Primada de Toledo y más tarde fue nombrado Administrador Apostólico de Cuenca.
2003. Lápida conmemorativa
A pesar de ser éste un acto de mucha tradición no fue hasta el 2003, fecha de nuestro 150 Aniversario, cuando en el mismo cementerio se instaló una placa conmemorativa que reflejaba lo que con tan buena intención se realiza allí cada 6 de septiembre. En una ocasión tan especial y aprovechando la ampliación del camposanto así se dispuso.
En la crónica oficial de este año la reseña a esto es la siguiente: “Trepidante Día 6. Acabó La Diana, fluida como viene siendo habitual, y nos dirigimos desde la calle Ferriz hasta el cementerio. La sombra alargada de los cipreses nos recuerdan de forma perentoria el motivo de la visita. Tras la Misa Homenaje a nuestros difuntos, la ofrenda de flores en su memoria, la cual ya tiene, por fin, un lugar específico. La pared que separa el camposanto nuevo del anterior soporta el peso de la lápida conmemorativa que, para tal efecto, se descubrió.”
En la lápida, encabezada por el escudo de la Comparsa a la derecha, la silueta de la Virgen de las Virtudes en el centro y el anagrama del 150 Aniversario a la izquierda, se puede leer: “La Comparsa de Moros Nuevos en su 150 Aniversario, en recuerdo a las Moras y Moros que nos precedieron y como muestra de gratitud. Villena 6-9-2003”.
Epílogo
Desde el 2004 la lápida colocada se cubre de flores en recuerdo de tantos y tantos moros/as y amigos/as que a la memoria, entre alargados cipreses, regresan, una vez más, a nuestras retinas.
Muchos actos se producen a lo largo del año, los he mentado anteriormente, y una inmensa lista se suma en los días grandes de nuestras fiestas de Moros y Cristianos. Es por ello que es de justicia que dentro de todo este entramado exista un hueco para el recuerdo y para hacer un pequeño alto en el camino. No está de más pararnos, hacer balance y poner, a quienes tanto y tan generosamente nos dispensaron, en el lugar de la memoria y del corazón que se merecen.
Los rituales, aunque en ocasiones no nos demos cuenta, son necesarios en el día a día. Existen amorosos, de discusión, de saludo, de despedida, de conflicto, festivos, de transición, etc. y aportan, los que son positivos, evidentemente, armonía, orden y seguridad al caótico vaivén de sentimientos. Un ritual es una secuencia fija de acciones que se realiza en un determinado momento y un determinado lugar con una determinada finalidad. El ritual que los Moros Nuevos realizamos cada 6 de septiembre por la mañana no es un ritual vacío ni tiene efectos destructivos, todo lo contrario. No es necesario, de sobra lo sabemos, que todo lo que hagamos sea trascendental, lo importante es que nos sirva y nos haga sentirnos bien.
En el pasado año un aspecto más de las fiestas, la pólvora, también tuvo su lugar en la Misa del Cementerio gracias a Luciano Poveda Arráez, Capitán 2010. Con el arcabuz al hombro, los guantes de cuero en las manos y el afecto en el corazón hizo que el estruendo tan típico de nuestros grandes días y momentos sonará ensordecedor y contrastara, inmediatamente después, con el clamoroso silencio característico del lugar. Quizás no sólo a los allí presentes se nos hizo el nudo en la garganta.
Cuando este próximo Día 6, en el que por la modificación horaria del Desfile de la Esperanza acudamos a las 12:00 y no, como era habitual, a las 9:00 de la mañana, espero que volvamos los Moros Nuevos a nuestra cita con la tradición de acudir al cementerio –la que será la número 70, nada menos- y sintamos, todavía más, la gratitud por quienes supieron legarnos, en el ámbito de nuestras entrañables fiestas de Moros y Cristianos, una herencia tan dispar, variada y rica.
Amado-Juan Martínez Tomás
Bibliografía:
-Actas Internas de la Comparsa de Moros Nuevos.
-Esquembre García, Alfonso.
(2001) “Cincuenta aniversario del acto del Cementerio”. Programa Interno de la Comparsa de Moros Nuevos 1991.
-Libro del 150 Aniversario de la Comparsa.
-Crónica Oficial de la Comparsa del año 2003.
Agradecimientos:
-Ángeles Dolores Forte García
-Luciano Poveda Arráez