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 LA Virgen Morenica es en nuestras fiestas el icono, el referente, el motivo religioso. En torno a Ella, por y para Ella, infinidad de actos han sido concebidos en nuestra densa agenda septembrina. La devoción de los villeneros, festeros o no, ha quedado patente, año tras año, tanto con las muestras de fe y cariño que se le dispensan durante los días grandes, como a lo largo de los restantes trescientos sesenta días en su Santuario. (Este año trescientos sesenta y uno)

 

OFRENDA floral, ofrenda artística, ofrenda útil, ofrenda económica, ofrenda sentimental... Existen tantas ofrendas como queramos. Todas lícitas y bien recibidas. Como dice la canción del numeroso grupo sevillano: “todo vale, vale todo lo que tengas para dar, una mano, una palabra, algo de tu voluntad”, y continúa después: “siempre hay alguien que le falta lo que tú tienes de más. Todo pasa, pasa todo y así siempre pasará. Somos nadie, nadie somos si no importan los demás”. Y es que grandes son los motivos de un acto que, haciendo bisagra el Día 7, nos despierta definitivamente de una larga noche de Cabalgata y nos sosiega, después de los eufóricos primeros días de fiestas.

 

 

Los Moros Nuevos, en el año 1948, año de las Bodas de Plata de la Coronación Canónica de nuestra Patrona, realizamos un escrito leído a pie de Altar en la Iglesia de Santa María, allí era donde La Morenica se encontraba. Posteriormente, se le ofreció a la Virgen, junto con este escrito, un libro realizado en papel pergamino con tapas de cuero repujado, en el que figuraban las firmas de los socios activos en ese momento.

Esta iniciativa, recogida de las Fallas de Valencia, se podría considerar la semilla de La Ofrenda en las fiestas de Moros y Cristianos de Villena. Semilla que comenzó a brotar seis años después, en 1954, año del Centenario de la Comparsa, con una ofrenda floral a la Virgen. Éste fue uno de los eventos que para tal acontecimiento fue organizado. A los ramos de flores se sumó, también estas fiestas, un pergamino entregado por manos del presidente.

Desde la década de los 50 mucho ha medrado en organización, lucimiento y vistosidad La Ofrenda. Todos las comparsas, durante este tiempo, hemos puesto de nuestra parte para que esto sea así. Fiestas tras fiestas hemos querido, el día anterior al de su onomástica, llegar hasta la Virgen de las Virtudes para, con complicidad y cariño, hacerle saber con flores, regalo efímero y surgido de la naturaleza más bella, toda una amalgama de sentimientos.

Recuerdos preciosos de esas luminosas mañanas son inevitables que se agolpen en la mente. El día despertaba temprano para confeccionar el más precioso de los ramos, con flores nacidas del abono con que mi padre las hacía crecer. Mi madre, guapísima, con su mejor vestido y esas espléndidas peineta y mantilla que tanto me deslumbraban. Los dos nos agrupaban en torno suyo y todos juntos salíamos para el desfile. La Ofrenda ha sido y es el acto familiar por excelencia, en el que todos tenemos un hueco, todos tenemos cabida, incluidos los acompañantes. Hoy por hoy, esto no es un valor tan precioso como hace algunos años.

Señoras y señoritas de peineta y mantilla, villeneras, villeneros, trajes de chaqueta y los trajes de paseo son los atuendos necesarios para comenzar el trayecto hasta la Iglesia de Santiago. Un recorrido en el que algunas comparsas se han caracterizado por una excelente puesta en escena y por “quemar” grandes dosis de trabajo y dedicación.

Los Moros Nuevos, a lo largo de estas décadas, también hemos aportado algunas que otras ofrendas dignas de mención y recuerdo al acto del que fuimos impulsores. El Santuario de Nuestra Señora ha sido el destinatario en numerosas ocasiones: desde 1962, un precioso cáliz para el uso de la liturgia allí se encuentra, al igual que la alfombra roja para su pasillo central, ofrenda de 1963. Dos años después, en 1965, hasta este lugar hicimos llegar el “velero” o lamparario de plata. En 1966, un transformador eléctrico de cambio de voltaje y una década más tarde, en 1976, cuatro puertas para el camarín de la Virgen.

Otras iglesias, como la de Nuestra Señora de la Paz, ha sido destino de, por ejemplo, la ofrenda de 1975, reclinatorios y un atril con un pequeño púlpito. En 1977, un arcón congelador llegó hasta el Asilo de Ancianos y a Apadis, una mesa con doce sillas. También ha habido ofrendas artísticas: recordamos la Cabeza del Orejón, realizada por Miguel Maestre, en 1975, y la imagen de la Patrona rodeada del tesoro en 1989. Un tesoro con todos sus enseres y vasijas trabajado en metal. Sin duda, este año fue “Nuestro mejor tesoro, nuestra Patrona”

Para Ella, para la Virgen, han sido dedicadas ofrendas como la de 1974, unas andas nuevas para los traslados de su Imagen. Ernesto Navarro, Moro Nuevo, fue el artista de la talla encargado de realizar la obra, galardonada con el Primer Premio de ese año. Sumamos la de 1984, un original Libro de Ofrendas encuadernado en legítimo pergamino y estampado con filigranas de oro, destinado para ser anotador de todas las donaciones de la Virgen (resalta la acuarela del Santuario de su primera página).

Escuchando las peticiones de diferentes asociaciones, infinidad de años nos inclinamos, a pesar de no ser tan voluminosas y visibles, por ofrendas económicas. Pasan desapercibidas para el pueblo en general, pero no para el lugar donde van destinadas.

Desde 1996 y a petición de nuestros sacerdotes, la Comparsa incluyó el 0,7% del presupuesto para el Tercer Mundo. Ese año la cantidad fue dirigida al Departamento de Flores de Guatemala, allí se encontraban personas afines a los Moros Nuevos que supieron sacar provecho a la ofrenda. En 1997, por solicitud de la hija del socio Juan Galipienzo, la zona de Chapas, Méjico, fue el destino. El año siguiente la Corona Social de la Virgen de las Virtudes se convirtió en nuestra meta, no podía ser de otra manera en el 75 Aniversario de su Coronación.

El 0,7% ha seguido siendo mantenido durante todos estos años. No cabe duda, La Ofrenda de nuestra Comparsa es generosa, altruista y sobretodo callada. Desde 1999 distintas asociaciones locales han sido para nosotros el punto de mira. La satisfacción de poder, de alguna manera ayudar un poquito, es una satisfacción que rebasa con creces el esfuerzo.

Hace dos años, en el 2002, ese porcentaje fue para AFEPVI, Asociación de Familiares de Enfermos Mentales.

La Ofrenda del 150 Aniversario de la Comparsa, la del año pasado, estuvo dirigida a los enfermos de Alzheimer, y hasta su centro llegaron aparatos de rehabilitación por él mismo solicitados. Una ofrenda ésta, que resultó muy brillante gracias a la colaboración de nuestras madrinas. Ellas, tanto mayores como infantiles, o bien vestidas de villeneras, de moras o de calle, tuvieron la consideración de acompañarnos. Elegantes como son y con sus ramos de flores, envueltos con unas pequeñas bandas en el que figuraba el año en que cada una de ellas fue nuestra máxima representación femenina, aportaron, una vez más, un poco de sí mismas. Agradeciéndoselo, de corazón, la Comparsa.

Este año, el Día 7 a las 12 de la mañana, tenemos una nueva cita. Una cita que ha de renovarse continuamente. Éstas primeras cinco décadas de ofrenda son, seguro, tan sólo un prólogo.

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

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[...] Notable centinela

de plazas y castillos

de honores, núcleo

de escoltas, tesoro

y del canto nacional

inspiración y esencia.

Clarín, redoble y saludo

Himno, vibración y ofrenda. [...]

 

 

El pasado 3 de septiembre de 2003, en la Iglesia Parroquial de Santa María, fueron bendecidas por uno de nuestros sacerdotes, Ginés Pardo, las nuevas banderas que, con motivo del 150 Aniversario de la Comparsa, fueron excelsamente confeccionadas.

Con el templo prácticamente abarrotado, a los Moros Nuevos y a todo aquel que tuvo la complacencia de acompañarnos, se nos desveló, por fin, el secreto de cómo eran nuestras telas, esas que usan como insignia las tropas de infantería y que se aseguran por uno de sus lados a un asta. Importante es, en todo alférez que se precie, ser el portador de una enseña digna, la que a su infantería, siempre, identifica. En el Altar el presbítero, el presidente, los artífices de la obra y los cargos de la Comparsa del año 2003, padrinos de las mismas. Y ocupando los bancos todos los demás, satisfechos y orgullosos, para nada defraudados y deseosos de poder apreciarlas más de cerca. Ocasión perfecta fue la posterior “Entradica”, la que por primera vez los socios realizamos, tras la cena, en La Casa. Sin lugar a dudas, una excusa ideal que nos permitió disfrutar más de la antesala de las fiestas, de la banda de música y de las calles de Villena.

Esta bandera es una merecedora sucesora de la anterior, la que, apadrinada por los niños, entonces, Joaquín Orlando Hernández y Antonia y Basilisa García, fue bendecida también en una fecha simbólica, el 15 de agosto. El año anterior, en 1969, nuestro estandarte había desaparecido de manera misteriosa. Fue un momento extraordinario poder disfrutar de la bendición, con un vino de honor, en los locales del entresuelo del nº 90 de la Avda. de la Constitución, inaugurados en mayo de ese mismo año, 1970. Treinta y tres, hasta el 2002 inclusive, fueron las fiestas que por sus costuras vieron pasar estos bordados. De testigo en testigo, de alférez en alférez. ¡Cuantas anécdotas podrían contar, si pudiesen, claro, sus viejos flecos! Además, vivencias extraídas de primera mano y con la música en los riñones.

Como las tejas de un tejado, las enseñas se suceden imbricadas, sobrepuestas unas a otras, en el tiempo. La “desaparecida” databa de 1952. El 24 de agosto, y bajo el madrinazgo de Emilia Mataix, esposa del Alférez de ese año, Julio Berenguer, sin olvidarnos del Capitán, Juan R. Menor, fue la fecha elegida por la directiva presidida por el incombustible y recordado Regino Coloma. Si sumamos son dieciocho las fiestas

que podemos llegar a contar. Fue con su mayoría de edad cuando se nos perdió la pista. Sobreseído el caso, considero más que innecesario ofrecer recompensa alguna por quién pueda aportar información acerca de su paradero.

Dicen, cuentan, está escrito que el 5 de septiembre de 1916, y en la Iglesia Arciprestal de Santiago, fue bendecida la bandera de los Moros Nuevos. Alfonso Arenas e Isabel García fueron los padrinos de este, el primer pabellón del que tenemos constancia, sin duda, los hubo antes. Fueron años en los que Regino Arenas, presidente, lleva a cabo una gran reorganización en el seno de la Comparsa. Hasta la confección de la bandera que le tomó el relevo a ésta pasaron treinta y seis años, entre ellos los de la Guerra Civil española. Tiempos difíciles en los que hubo más de una ocasión en las que ni nuestro estandarte ni otros pudieron salir a la calle.

Nuestra “Notable centinela”, como dice el fragmento que encabeza este escrito y que pertenece al “Poema a la Bandera” de José Raúl Zubieta Ramos, es obra y gracia de un entusiasmado grupo de personas que, desde que surgió la iniciativa de su realización, fueron aportando ideas originales, rompedoras y prácticas. Es el caso de Cristina Muñoz. Bordados impecables, colorido sin par y armonía perfecta, “culpa” de Mercedes Tortosa. Acabados sincronizados, simétricos y muy nuestros, responsabilidad de Paco Micó. Y telas sabiamente unidas y cosidas por manos expertas, las de Ino Tortosa. Avalado todo por una directiva confiada y alentadora, que en todo momento supo que esta empresa estaba en buenas manos, y una supervisión exquisita, depurada y sin fisuras, desde el principio hasta el fin, tanto de Paco Abellán, el presidente, como de Isabel Tomás, infatigable y siempre disponible.

Es una “centinela” de tres franjas: granate, blanca y granate, siendo el doble de ancha la blanca. Por un lado, el de la franja blanca, el escudo de la Comparsa, bajo de éste una banda sinuosa verde y amarilla, como la de nuestros cargos, con dos fechas mágicas: 1854 y 2003. Por el otro lado, el castillo de La Atalaya y la ciudad de Villena. En ella, además de las dos torres y el casco antiguo, la Sede Social y La Cábila, estampadas con todo lujo de detalles, tienen su lugar. Envuelve el paisaje, como a nosotros en las frías madrugadas septembrinas, la manta dianera. Del moro, su bolsa moruna; de la mora, su bolso bordado. Acabándola, superior e inferiormente por las franjas granates, apreciamos la filigrana en dorado que nuestras socias lucen en sus turbantes. Está rematada con flecos dorados por todos sus lados.

Y por fin llegó el momento. El Día 5 de septiembre, tras El Pregón, y bajo un sol de justicia, después de un lluvioso amanecer, los padrinos, ya perfectamente vestidos, lucieron a sus “ahijadas” con agrado y pundonor. Las nuevas banderas resplandecieron radiantes en su iniciante puesta en un acto oficial, al igual que durante todas las fiestas, las primeras de, seguro, y como sus antecesoras, como hemos podido comprobar, una larga lista.

Al tejado, como decía antes, se le irán, con las décadas, sumando tejas. Cada vez es el techo más amplio y más seguro, pero esta labor es ardua y duradera en el tiempo. A nuestra “centinela” le esperan muchas velas guardando el puesto que, con cariño, se le ha encargado.

 

 

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

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  UNA CRÓNICA ENVUELTA EN CUENTOS: LA DEL 150 ANIVERSARIO

Juan Sin Miedo, Los tres cerditos...

Había una vez una Junta Directiva que, encabezada por su presidente, en su segundo año reglamentario, quiso transmitir, desde el principio del 150 Aniversario, mucha decisión y aplomo. Como “Juan Sin Miedo”, con determinación, y como “Los tres cerditos”, construyendo sobre firmes cimientos, fuimos hilando los actos que más coherentes y lícitos, y del disfrute de los socios, consideramos en tan magna celebración.

Tras meses intensos, el verano para los Moros Nuevos comenzó pronto. La Cábila abrió sus puertas el 14 de junio para el Concierto del 150 Aniversario. Mercedes y yo, conductores del acto, tuvimos el placer de presentar las tres obras finalistas del Concurso de Música Festera, para tal efecto convocado, y que esa noche se escucharon junto con melodías tan nuestras como “Moros Nuevos”, “Día 4 que fuera”, “La Entrada”, “Yeni Zeri” y “La Morenica”. Miguel Ángel Más Mataix se llevó el gato al agua y es el autor de la flamante “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos”.

Nuestro libro comenzó a ver la luz el día 20 en La Casa. Alfredo Rojas, congruente y certero, como siempre, supo ser el presentador perfecto para una obra, como todos habéis podido apreciar, hecha con mucho tesón y con un resultado palpable e impecable. No cabe duda, nuestras bibliotecas son ahora más cotizadas.

Vino de Follos, Valencia, hasta nuestra Sede. Se dio una vuelta por “Villena y sus alrededores” y fue el ganador del Encuentro de Pintura Rápida el 22 de junio. El Sr. Barrachina, junto con otros artistas de distintos lugares, nos dejó su inspiración e improvisación.

El 4 de julio la Fiesta Mora comenzó a avivar los ánimos de las noches calurosas del estío, congregando, como viene siendo habitual, gran cantidad de asistentes.

Un enfoque distinto y original de las fiestas nos llega del lienzo ganador del IV Concurso de Pintura Festera. El 8 de agosto fue considerado primer premio por el jurado Paco Beneyto que suma su nombre al de los artistas cómplices de embellecer nuestra pinacoteca.

Así llegamos a La Junta de La Cábila, la del día 15. La Directiva dimos cuenta de los pormenores de los días grandes y esperados. Esta espera se iniciaba con los platos típicos y el vino de la tierra.

La Princesa Prometida, Alicia en el país de las maravillas, La Cenicienta...

El mismo día 15, pero unas horas después, nuestros cargos recibían a sus homónimos con alegría y hospitalidad en el escenario de La Cábila. Era la doceava Fiesta Homenaje a las Madrinas.

Con una tarde de ensueño finalizó el puente. Patricia y Sara comenzaron una Presentación Infantil entrañable y acrisolada. Jorge, Fernando y Ana Isabel hicieron su entrada en un carruaje de caballos entre las delicias de todos. Más tarde, también fueron presentadores. De nuevo, Ana Isabel, al despedirse nos dejó un buen sabor de boca. ¡Había baile, música, sorpresas! pero faltaban ellos... Felipe, Iván y María, escoltados por un ballet (R. Dance Show) con música mora, hicieron su aparición a la grupa de tres caballos. María, espléndida con su vestido rojo, nos explicó a la perfección sus sentimientos y después... se corrió la cortina y la coral Mare de Deu de Gràcia de Biar le dedicó el “Día 4...”. Un acto lucido que finalizó con la presencia en el escenario de las que han sido nuestras Madrinas Infantiles y con la tradicional merienda, completada por miles de chupa-chups que formaban sobre el impecable escenario, en un principio, un sorprendente y elaborado anagrama del 150 Aniversario.

La noche del 30 de agosto fue la fecha en la que los Moros Nuevos fuimos testigos de estampas que recordaremos mucho tiempo: los presidentes y madrinas de los últimos 25 años recibieron pleitesía entre recuerdos tan vivos como las construcciones de La Casa y La Cábila, la incorporación femenina a la comparsa, palabras de nuestro presidente y recuerdos inolvidables. César y Marisa, junto con José Francisco, Conchi, Paco y Lola configuraron un acto perfectamente entrelazado en el que la Gala del 150 Aniversario daba paso a inevitables despedidas. Natalia, rutilante y segura, se despidió como madrina y, con Juan y Pedro, recordó un año intensísimo antes de desprenderse los tres de sus bandas. Las miradas se desviaron del blanco escenario que, con su orquesta y piano incluido, quedaba dividido debido a una vertiginosa escalinata flanqueada por dos bandas con fechas evidentes: 1854 y 2003. Los ojos nos llevaron a un espectáculo de sonido, luz y magia. Y así, entre el Grupo de Percusión y Dulzainas, fuego, serpentín, la luna, el sol, gigantes y fuegos artificiales, en definitiva, el Teatro Maracaibo de Elche, Juana Mª, radiante de amarillo Moro Nuevo, era conducida con Juan José e Ignacio a su lugar. Sincera y decidida nos envolvió con sus palabras, al igual que el Capitán, quien nos arengó a vivir nuestro presente, éste que mañana hará historia. Nada acabó hasta que sonó “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos” y un grupo de moricos y moricas, con la Banda de Cañada, irrumpieron con paso firme demostrando lo bien que se acopla esta sintonía al raso amarillo.

Los cargos, padrinos de las banderas, costeadas por ellos, fueron testigos excepcionales de la bendición de éstas en el Altar de la Iglesia de Sta. María, oficiada por Ginés Pardo. Banderas perfectamente ideadas, bordadas y acabadas que han sido punto de mira y admiración. Mil Gracias a Cristina Muñoz, Mercedes Tortosa y Paco Micó por el esfuerzo. Un acto que fue el contrapunto ideal para la cena siguiente y la primera Entradica de la comparsa.

El arpa de oro, Los músicos de Bremen..

La Agrupación Musical Los Rosales de Bolbaite, nuestra banda oficial por segundo año, pernoctaba en Villena. Fue un Día 4 que transcurrió oscuro y lluvioso. Por ello tuvieron que ser los pabellones de La Cábila el marco de una cena impecable y bien servida. Temíamos que se rompiera la noche, pero tanto ésta como los selectos detalles de cristal con el anagrama conmemorativo de regalo para las mujeres, formaron parte de una gran noche que despertó con las magistrales ejecuciones de las trompetas de la Orquesta Carrusel.

El vestido de hilo, El soldadito de plomo...

Como cañonazos de luz nos llegan infinitas imágenes. Todas ellas, escenas ya, de la historia. La lluvia temprana dio paso a un nítido sol de Día 5, aliado de nuestros cargos en su lucimiento al ser los primeros en estar vestidos. Y por la tarde... llegamos los Moros Nuevos: el Mural y la Al-Kibla, Juan Carlos y su caballo, los veteranos con Pedro Palao, los Moros Nous de Biar y los Moros Musulmanes de Elda, el bloque mixto iniciado con los estandartes y las banderas de colores, las Moras Nuevas con su inigualable percusión, nuestros representantes en una carroza de ensueño, los Escorpiones, las Al-Yadidas, los Balubas, los Yemeníes y cada uno de los festeros, soldaditos de plomo, que formamos eslabón en la Comparsa fuimos necesarios, no, indispensables, para dejar en las calles un sello, una impronta, un ahí queda eso.

Un inicio de fiestas intenso en el que La Moreníca brilló entre rasos de trigo desde La Paz hasta los Salesianos. Finalmente ocupó su trono como le corresponde en Santiago.

Trepidante Día 6. Acabó La Diana, fluida como viene siendo habitual, y nos dirigimos desde la calle Ferriz hasta el cementerio. La sombra alargada de los cipreses nos recuerdan de forma perentoria el motivo de la visita. Tras la Misa Homenaje a nuestros difuntos, la ofrenda de flores en su memoria, la cual ya tiene, por fin, un lugar específico. La pared que separa el camposanto nuevo del anterior soporta el peso de la lápida conmemorativa que, para tal efecto, se descubrió.

Entre decenas de globos de colores, como en La Entrada, las carrozas de los más pequeños anunciaban su paso en La Esperanza. Naturales, decididos y aplicando lo ensayado, los niños disfrutaron de su acto siendo muy formales.

La tarde, completa. En el castillo, no sé que tenemos pero se nos rinden. Los Rassies nos agasajan y antes, entre mil amores, somos recibidos, ahora por los más mayores y las Hermanas, en el Asilo.

Aunque más tarde de lo normal, debido a la torrencial lluvia, hizo su aparición un paso compacto, el nuestro. A buen ritmo nos fuimos desgranando y esparciendo en un desfile parecido, que no igual, al del día anterior. Una Cabalgata vibrante y luminosa. Una Cabalgata para un 150 Aniversario.

Nítidos son los cañonazos de imágenes, de los que hablaba antes, para el Día 7. Distinguidas son las mujeres de Villena. Prueba de ello son las madrinas de los Moros Nuevos, quienes, vestidas de calle, villeneras o bien de moras, tuvieron la deferencia de sumarse a su comparsa para La Ofrenda del Aniversario. Demostrado queda que sabemos abarcar muchos tipos de actos, y más éste del que somos pioneros. Aparatos de rehabilitación para los Enfermos de Alzheimer fue nuestro granito de arena.

Más tarde de que los Harichíes nos invitaran a un refrigerio, decir que, sin “chorras” ni “churros”, La Retreta fue nuestra. Un derroche de imaginación en el que Talyes, Escorpiones y Ayyubíes desplegaron buen humor y puesta en escena. Españolas recibiendo al presidente, Señores de los tornillos e insuperables burbujitas de Freixenet brindaron por el Aniversario. Por suerte, nuestra comparsa sí ha entendido el acto. Sino fuera así, éste podría algún año durar lo que tardan en pasar catorce bandas de música con una farola.

La Misa Mayor nos recordó que era el Día 8 y el de la Patrona. En la guerrilla el bando cristiano, ¡qué le vamos a hacer!, se salió con la suya. La uniformidad, los guantes negros y abstenerse de fumar unos minutos dan a La Procesión un incomparable empaque, el que diferenció a nuestra comparsa. Esta labor ha de ser de todos.

Ingrato e irremediable es el Día 9. La Virgen enfila su camino emplazándonos , siempre, a una próxima cita. La nueva Regidora recibía la noticia de que había sido elegida: Irene López, mora nueva, enhorabuena a ti y a tus padres. A los sones del “Día 4 que fuera” y del insustituible “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos” nos dirigimos a Santiago para “reventar” la plaza. Irene, Carmen, Jesús, Daniel, Jesús y Hermes reflejaban en sus rostros la continuidad de las fiestas. A los seis, felicidades.

Pasado el trámite de los premios, como el año pasado, nos dirigimos, todos, desde La Casa a La Cábila. Nuestra sala de fiestas, cada vez un poco más acostumbrada a ser albergadora de público (las buenas orquestas son, quizá, artífices de ello) nos recibió con la mesa puesta. Imágenes, recuerdos, satisfacción por haber vivido lo vivido y fuegos iluminando el cielo dieron forma al inicio del 151 Aniversario, capicúa.

El Día de la Recuperación, el 28 de septiembre, amaneció y permaneció despejado. Por esta razón muchos fuimos los que confirmamos el buen sonar de Los Chicuelos de Agost, y los que dimos cuenta del almuerzo y de la paella gigante. Ya no hay vuelta atrás ¡Viva las fiestas de 2004!

 

20.000 leguas de viaje submarino, La cigarra y la hormiga...

 

Permitidme, y perdonadme por ello, que, desde esta tribuna, manifieste el orgullo de toda la Junta Directiva por cómo se ha ido desarrollando el año, y el mío propio por haber puesto palabras a este especial cumpleaños, intentando ser objetivo y entusiasta. Este barco, capitaneado por Paco Abellán, incluso con transbordos, continuará su singladura trabajando, como la hormiga, con tesón, pues la ruleta del tiempo nos sitúa en otro comienzo. Muchas son las leguas por recorrer y profundos son los mares por surcar. Por eso no hay colorín, colorado porque muchas y bellas son las páginas por escribir.

 

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

 

 

 

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