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CRÓNICA DE LA COMIDA DE RECUPERACIÓN

Dice la RAE que recuperar es “volver a tener”. El domingo 29 de septiembre, la comparsa de Moros Nuevos, disfrutó en la Cabila de la comida de “recuperación” que tradicionalmente se celebra el último domingo de septiembre.

Recuperación, qué palabra… recuperamos las ganas, la ilusión, la música, la hermandad, la charraíca con los amigos. 

Nos recuperamos de la pena que supone que las fiestas finalicen, de los excesos, de los imprevistos… volvemos a tener… Volvemos a desfilar, a escuchar la música, a tomar el almuerzo, volvemos a poner en valor el sentimiento festero.

La Mañana amanece plácida y soleada. Nuestro nutrido grupo de gachamigueros se disponen a ejecutar  con su maestría en el noble arte de cocinar la gachamiga. Los calenticos preparados, la mistela fresca, y las ganas en plena forma para comenzar un día que se prevé intenso.

Tras el almuerzo, el tradicional pasacalles con nuestros flamantes cargos, que se disponen a vivir uno de sus primeros actos. Sus sonrisas los delatan, su felicidad es la de todos los que los acompañamos por las calles de la ciudad. 

Los locales de Ayyubbies y Zulúes nos reciben con los brazos abiertos y las neveras llenas. Qué orgullo que estas escuadras formen parte de nuestro elenco, qué maravilla disfrutar de su generosidad y saber hacer ¡Gracias!

La música nos guía y el encuentro con otras comparsas por las calles nos hace disfrutar de un pasacalles numeroso y jovial.

Mientras que algunos recuperan el arte de desfilar, socios y colaboradores se disponen a preparar el aperitivo y la comida. 

La Cábila luce espléndida, los socios disfrutan. En  torno a la mesa se recuerdan las fiestas pasadas, las noches de jolgorio, los trajes, los premios… 

los socios más pequeños corren y juegan por el recinto, la música suena, y la sobremesa se alarga en un día de convivencia donde se recupera la tradición y las ganas. Se comienzan a planear nuevos proyectos, sueños y esperanzas para el futuro, uniendo la hermandad con un hilo invisible de cariño, complicidad y pertenencia a los mismos colores.

En definitiva, la comida no ha sido solo un acto de encuentro, sino un ritual para recuperar (si es que alguna vez lo hemos perdido) la ilusión por vivir las próximas fiestas.

Carolina Gomariz Francés.

Cronista.

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