Reza en viejo proverbio árabe que sin amistades la vida es un desierto. Y los Moros Nuevos no deseamos estar en el desierto. Si algo caracteriza las fiestas de Moros y cristianos de Villena es la camaradería, la amistad, la pasión de vivir al lado de amigos y familia momentos únicos.
Esta comparsa, que tienen como todas y cada una de las 14 que componen el panorama festero villenero una personalidad e identidad propia, es además una comparsa inquieta.
Hace ya años, la junta directiva de aquel momento decidió que había que cultivar más momentos de amistad, y que mejor que hacerlo en un marco incomparable como es la Cábila, lugar de reunión, de encuentro de noches inolvidables de presentaciones de cargos, de cenas de gala, de días de hacer comparsa como la comida de recuperación de después de fiestas o de almuerzos. Pero eso no era suficiente para esta comparsa. Había que buscar un día de reencuentro. De reunión. De volver a unir lazos, y ese día se estableció el 1 de mayo.
Desde bien temprano la Cábila se prepara para recibir a los gachamigueros que obsequiarán con su esfuerzo a los presentes con la tradicional gachamiga, el almuerzo da el pistoletazo de salida a un día de mucho ajetreo para la directiva y los colaboradores. Este año la mañana amaneció despejada, pero conforme avanzó el día, el viento y la lluvia hicieron acto de presencia. La mañana se fue volviendo desapacible y el tiempo resultó ser poco colaborador. Pero la gente congregada en el recinto tenía ganas de reencuentro. El almuerzo se disfrutó, y la charanga “ Los Berberechos” llegó para amenizar una mañana con tiempo intempestivo.
Nuestros cargos fieles a su personalidad alegre y jovial comenzaron un pasacalles donde la lluvia hizo acto de presencia, pero que no nos frenó para disfrutar de ratos de risas y jolgorio con los nuestros. Mientas que un grupo de socios acompañó a los cargos en el pasacalles improvisado con parada en la Jaima, los colaboradores habituales preparaban las viandas de la comida. Gazpachos y paellas, amenizados con un buen aperitivo esperaban a los socios en la Cábila.
Tras la comida unos tímidos rayos de sol nos acompañaron en la sobremesa, y la charanga siguió amenizando la velada, que fue disfrutada por socios y amigos a pesar de las inclemencias del tiempo.
Carolina Gomariz Francés.
Cronista