Quiero agradecer a los Moros Nuevos y Presidentes D. Francisco Zapater López (1969-1970), D. Mateo Hernández Llorca (1980-1981), D. Manuel Estevan Ferriz (1994-1997) y D. Francisco Abellán Candela (2002-2005), como a D. Vicente Prats Esquembre, también Moro Nuevo, ser la fuente de donde he extraído el agua que he bebido para escribir este artículo. Sus colaboraciones sinceras y sus aptitudes entusiastas reflejan los grandes festeros y personas que son.
Que no se rompa la noche, por favor que no se rompa,
que sea serena y larga como el tallo de una rosa
que sea de luna blanca con su escarcha y con sus sombras,
que tengo que amarte mucho, que tengo que amarte tanto
que si la noche no acaba yo te voy a enloquecer.
“QUE NO SE ROMPA LA NOCHE”
Julio Iglesias
La noche del Día 4 en las fiestas de Moros y Cristianos de Villena tiene, sin lugar a dudas, un toque mágico y único. Sin caer en ditirambos podemos decir que hemos hecho de ella una antesala singular y expectante. Su sucinta esencia se respira por todas las esquinas de la ciudad. A lo largo del día ya se aprecian ajetreos propios de los arreglos de última hora. Además de los planchados y retoques varios de los queridos trajes de festeros, de tener repleto el frigorífico (y la “bodega”), de recoger las “pasticas” y de tener previsto, entre miles de puntillas más, algún que otro bálsamo para nuestros futuros sacrificados pies, para cuando la luna aparezca también debemos estar dispuestos para lanzarnos a la calle pletóricos de felicidad a la vez que impecables.
La Laureada Banda de Música Municipal de Villena ofrece su Gran Concierto y en los locales de todas las Comparsas se prepara la que ahora es la Cena de Confraternidad, pero que en su día nació denominándose CENA HOMENAJE A LA MUJER, nombre que se mantuvo en el Programa de Fiestas hasta 1996 a pesar de que la incorporación femenina es de ocho años antes, en 1988.
Pensamos los festeros y los villeneros en general que la mejor manera de comenzar las fiestas es hacerlo de la manera más grande posible. Las celebraciones, si son tal, sean las que sean, se festejan en torno a una mesa, y si es con viandas sabrosas y elaboradas, pues mucho mejor. Si a ello le sumamos trajes para nosotros y vestidos largos para ellas le damos al evento un toque más distinguido. Ahora bien, si esto lo enmarcamos en un lugar adecuado e inspirado en nosotros mismos, ambientado con música y con la presencia de amigos ¡que más podemos pedir!
Contrasta este procedimiento para iniciar nuestros días grandes con el arranque festero de poblaciones vecinas que también celebran fiestas de Moros y Cristianos, y que su “pistoletazo” de salida se caracteriza por la informalidad de la cena de sus vísperas (La llamada “Nit de L’olla”). Posiblemente la misma con la que el Día 3, con las “Entradicas”, nos gusta disfrutar en Villena.
Como en todo, esto tiene una raíz y un motivo, tiene una idea, una iniciativa y la valentía de la puesta en marcha llevada a cabo por una Directiva. Hablamos por la encabezada en 1969 por Francisco Zapater, presidente de la Comparsa de Moros Nuevos.
Que tierno amor, mi devoción, viniste a ser
mi religión.
mi dulce sentimiento, de nada me arrepiento
que vivan los momentos en tu boca y en
tu cuerpo
mujer...
“VALIÓ LA PENA”
Marc Anthony
AÑO 1969
Antes de acometer cualquier empresa, por insignificante que parezca, nos asaltan las dudas, los porqués. Es un mecanismo cerebral propio del ser humano que por una parte nos hace un poco, entre comillas, “atormentarnos”, pero por otra, nos traslada a la reflexión lo que, evidentemente, nunca es malo. Por lo general, somos valientes y después de haber sopesado la balanza y de haber hecho más caso al angelillo que al diablo que siempre nos susurran en los oídos, nos liamos la manta en la cabeza y nos embarcamos en nuevos cruceros, tiramos hacia delante (por algo Villena pertenece a la provincia de Alicante). Pero aún así: ¿Cuántas veces nos habría gustado mirar la bola de cristal o saber adelantados vaticinios salidos de la lectura de unas cartas? Posiblemente muchas, a pesar de que uno no sabe si las cartas adivinan lo que va a suceder o si programan para ello. Me explico. Si unas cartas nos hubieran asegurado que La Cena de la noche del Día 4 iba a ser un éxito y no sólo en 1969 sino en todos los años sucesivos hasta ahora, y llega septiembre y ,efectivamente, la noche resulta magnífica, entonces nos hubiéramos dicho: “Ésta es la gran noche, estaba escrito, debemos continuar”, y continuamos con este acto. ¿Estaba escrito en el destino o lo hemos propiciado nosotros mismos porque ya nos habíamos convencido de que nuestro destino era éste?
Y si te paras un momento y adviertes que se daban muchas circunstancias como que la Comparsa estaba compuesta por jóvenes, como ocurre hoy en día, dinámicos y con ganas de pasarlo bien, que teníamos un local idóneo como era el solar de Celiberti, el cual fue cedido gratuitamente por los señores Mateo Mora, Celiberti y Parra, y que, entre miles de puntos más, todo ha sido preparado con infinito amor, ¿no tendremos una confianza mayor que si de otra manera fuera? ¿Y quizá no tomemos este reto, como en otras ocasiones, convencidos de que no merece la pena que nadie se esfuerce, sino muy al contrario, completamente seguros, pues al fin y al cabo eso han dicho las cartas y nunca han fallado?
Pero las cartas, como la bola de cristal e imagino que cientos de formas posibles de vaticinar el futuro, no fueron echadas (excluyendo para jugar al truque) y ni siquiera fue mínimamente planteado cuando el Presidente en 1969 de la Comparsa recibe, de manos de Vicente Prats Esquembre y de Pascual Quiles Flor, la idea de celebrar la noche antes a la de “La Entrada” una Cena para homenajear a todas las mujeres de los socios. Una idea nacida, como tantas, en medio de una conversación en un restaurante, en este caso, de “Bulilla”. En esta época, es obvio decir, que ellas, las mujeres, estaban relegadas totalmente del mundo festero, a no ser que ocuparan el cargo de Madrina de la Comparsa, este año ostentado por Isabel María Arenas García. Mujeres, seguramente, tan festeras como sus parejas pero que además de las tareas de lavado, planchado y adecuación completa de los trajes (vamos, como hoy en día sin ir más lejos) se sumaba el agravante de que el Día 5 a las cuatro de la tarde no había más opción que la de mirar y aplaudir.
La idea es muy bien acogida y, por ello, aprobada en el seno de la Directiva, compuesta por diferentes grupos de amigos y encabezada por el carismático Paco Zapater quien dirigió, remitida por él y en nombre de la Comparsa de Moros Nuevos, una citación a cada una de las parejas de todos los socios. Una ardua labor ya que el fichero no contemplaba dicho dato, que fue realizada silenciosa y certeramente también por las dos personas citadas anteriormente. Una cita formal y protocolaria para estar presentes en el nacimiento de la Cena del Día 4, surgida por un romántico sentimiento de homenaje y que estuvo amenizada por uno de los tríos míticos del momento, “Los tres de Castilla” (Cuelga decir de dónde venían y cuántos eran en el grupo...)
Ésta es una noche en la que nunca ha faltado un detalle para los asistentes femeninos y que no ha sido para nada exclusiva, todo lo contrario, abierta y no únicamente a festeros de otras Comparsas, también a Villena y comarca.
La ciudad, como decía antes, ha vivido un día intenso de preparativos y necesita que la puerta a los días grandes se abra de par en par.
Sueño con noches brillantes al borde
de un mar de aguas claras y puras
y un aire cubierto de azahar.
Cada momento era especial,
días sin prisas, tardes de paz,
miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos.
“ENTRE MIS RECUERDOS”
Luz
AÑOS 70
Durante los años 70 nuestra Comparsa puede contar una decena de Presidentes, los cuales fueron pasándose el testigo y, todos y cada uno de ellos, durante su espacio de tiempo, unos más cortos que otros, aportaron lo que sus obligaciones personales le permitieron con mucho sacrificio y amor. Los diez, como si de uno sólo estuviésemos hablando, respetaron la idiosincrasia de nuestros colores y al unísono, alentados por los socios, lógicamente, continuaron con la realización de La Cena del Día 4, respetando siempre el espíritu con el que nació e incluso superando, año tras año, su categoría.
En 1970, continuando Paco Zapater en la presidencia, el marco de La Cena varió, trasladándose al llamado “Huerto de Máximo”, en la actual calle San Juan Bosco, donde estuvo “La Cábila”, nuestra querida Sala de Fiestas hasta 1978, año de la celebración del 125 Aniversario de la Comparsa.
Las noches de ensueño, esas en las que nos abrazamos a un talle mirando la luna mora en una noche de vino y rosas, se fueron sucediendo con las distintas directivas. Hubo veladas especiales como aquella en la que en la entrada se hacia entrega de un globo de los colores de la Comparsa a las señoras y que contenía, en su interior, una papeleta para la posterior rifa.
A veces, como en 1974, además de agasajar a las señoras con un clavel, se obsequió también a los señores: el simbólico “morico” de llavero. Hubo presentes muy bien acogidos como el de 1976: la figura de un Moro Nuevo apoyado sobre el pico y la mochila.
Ha servido este acto para rendir homenaje a socios como Antonio Tomás Conca y Francisco Esteban Martínez “Paco Clavel”, así como a Ángeles, esposa de Regino Coloma Sebastiá, como ocurrió en 1975 y en 1976 a Francisco Blasco García “El planchao”, cabo gastador durante treinta y un años. Entonces obtuvo el título de “Cabo de Escuadra a Perpetuidad”. En estas veladas a los cargos festeros se les rendía homenaje a lo largo de la noche.
Durante estos años la calidad y el servicio de La Cena subió como la espuma. Importante el grupo de personas, cuatrocientos cincuenta, que en La Cena de 1978 se dieron cita. “Casa Arcadio” de Algemesí, contribuyó en gran medida a ello con sus excelentes menús. Además, fueron veladas amenizadas por grupos como “Vino tinto”, “Los Yodis”, “Lucho y su orquesta”, “Nuestro Pequeño Mundo”... Grupos de la época que se dejaban la piel en el escenario y que contagiaban su alegría y su ritmo.
La década terminó con un cambio de emplazamiento, trasladándonos al “Huerto de la Puncha”, en la calle Sancho Medina y con la novedad de compartir Cena con los Moros Realistas y con los Piratas en una agradable noche donde brilló la luna.
Luna, todo el mundo sabe que la noche es sólo tuya.
De todas las caras de mujer, tú eres la una,
la de la luna. Hecha con los sueños, los
que llegan a tu altura. Nunca lo sabremos
hasta ver tu cara oscura.
“LUNA”
Clara Montes
AÑOS 80
Mateo Hernández Llorca asume la Presidencia en un arranque de espontaneidad cuando la década comienza con el vacío en este puesto. Él es un hombre de Comparsa, actualmente ocupa uno de los números más bajos entre los socios de los Moros Nuevos y se siente muy orgulloso de ello. Durante sus dos años de mandato imprime a la noche del Día 4 una gran dosis de innovación. Por primera vez desde 1969 se celebra en una “casa prestada”, el marco es muy hermoso al ser el Club de Tenis el sitio elegido, lugar perfectamente engalanado por la Directiva para la ocasión. La Cena fue servida por el Restaurante Juan XXIII de Alicante, resultando un auténtico éxito. El año siguiente, a pesar de ser el mismo restaurador el encargado, no resultó igual. Esta vez se organizó en la Ciudad Deportiva del Círculo Agrícola Mercantil, rodeados del agua de las piscinas.
Los dos siguientes años el decorado volvió al ya mencionado “Huerto de Máximo” para en 1984 ser de nuevo la terraza principal de la piscina del Círculo Agrícola el lugar elegido. En 1985 y hasta 1990 las paredes de “La Cábila” del “Huerto de la Puncha” fueron los testigos de esta mágica noche. Un lugar del que guardaremos siempre memorables momentos.
Dos restaurantes de Algemesí, Casa Arcadio y Casa Torrent, se encargaron en la mayoría de ocasiones de ser los responsables de la cocina. Los dos tuvieron grandes ocasiones con resultados impecables, sobre todo al final de la década, con una Cábila elegantísima, distribuida con mesas redondas. Sus toques culinarios eran el contrapunto perfecto a un menú delicadamente elegido por su Directiva. Y es que el acto que nos ocupa era ya entonces un evento social sin parangón forjado a base de pequeños grandes detalles. En 1982 la peculiaridad de que se colocaran servilletas de tela estampadas con el emblema de la Comparsa resultó del agrado de todos.
Cada uno de los cuatro presidentes que los Moros Nuevos tuvimos a lo largo de estos diez años imprimió su carácter a este acto que cada Día 4 se repite. Al principio de los 80 durante La Cena se seguían presentando a los cargos de la Comparsa, para terminar la década con dos presentaciones distintas, una la Infantil y otra la Mayor, con puestas en escena verdaderamente originales y geniales, y trasladadas a otros días distintos.
Hubo obsequios de todo tipo como la bandeja de plata en la que estaba grabado el emblema de la Comparsa y la inscripción “Cábila 82”, el pequeño colgante también de plata y con el emblema, de 1985, el pañuelo de hilo con el escudo bordado, en 1988, o el precioso abanico pintado a mano, un trabajo auténticamente admirable, en el año 1989, por el Presidente, Vicente Rodes Amorós.
La música de fondo estuvo puesta, por ejemplo, por la actuación del espectáculo internacional “Polinesia Show” ,en 1984, orquestas como “Delmon’d” ,en 1983, o al final de estos años por una orquesta muy querida y ligada a nosotros como la “Turbula Show”, capaz de mantener vivo el espíritu de la fiesta hasta avanzadas horas de la madrugada, además de ofrecer un gran espectáculo.
En 1986 la Banda de Música de Carlet, que fue durante muchos años nuestra Banda Oficial y ganadora en alguna ocasión al Premio a la mejor Banda de Música Oficial, adelantó su presencia ese año para estar también esta noche, por cierto, compartida con la Comparsa de Piratas.
Se cerró la década con todos los amarillos toldos de “La Cábila” desplegados y cargados de agua. La lluvia, que no dejó de aparecer durante todos los días posteriores, se manifestó acabando, demasiado pronto, una velada que de todas maneras resultó exquisita. Primero los violinistas, y la orquesta después, mantuvieron animada la noche hasta que el líquido elemento era tan persistente que todos los asistentes no tuvieron más remedio que desistir.
Bajo una luna de ceniza plateada
te robaré algún cabello
para amarrarlo a las trenzas de mi pelo.
Y, si te vas, me iré contigo,
sin movimiento nos perderá el tiempo.
COMO LOS OLIVOS
Bebe
AÑOS 90
Al principio de este década, en 1991, La Cábila actual abrió sus puertas el 31 de agosto, así que cuatro días después La Cena ya se celebró en este bello recinto, aumentando su prestancia todavía más.
Cuatro fueron los Presidentes en los años 90, destacando que uno de ellos, José Ramón Velasco Navarro, falleció repentinamente a las pocas semanas de tomar el cargo, siendo elegido su vicepresidente, Manuel Esteban Ferriz, quien tomó las riendas con emoción y con una Directiva heredada. Durante su presidencia, al igual que sus homólogos de década, tuvo que estar pendiente de los mil detalles que requiere el protocolo para noches con estas características y a las que asisten tantos invitados. Debemos tener en cuenta que, desde finales de los años ochenta, La Cábila se convierte, en las horas en las que acontece a La Cena del Día 4, en un importantísimo foco social de la ciudad.
Durante estos años es obligatorio destacar las orquestas. Las buenas orquestas, que han ido amenizando La Cena del Día 4, crearon, y lo siguen haciendo, una expectación normal si consideramos la calidad de todas ellas. Desde 1994 a 1997 fue “Alcatraz” el conjunto que elevó a espectáculo la velada. Después de La Cena, La Cábila se abarrotó de espectadores para ver con sus ojos cómo esta orquesta desplegaba su magnífico show. A ella hay que sumar nombres como: “Cassino”, “Benidorm”, “Libertad”, “Cuadrilla Latina”, “Tic-Tac”... Conjuntos musicales necesarios que aportan a esos momentos tan especiales de preámbulo de fiestas el ritmo y la oportunidad de marcarse unos pasos.
Los detalles durante esta noche ya no se pueden considerar como tales. Ahora todo ha de estar impecable: las sillas vestidas, las mesas distribuidas, bien presentadas y en perfecta colocación los cubiertos y las copas. Ángel, nuestro repostero durante algunos años, fue quien se encargó de ello y sobre todo de que los asistentes quedaran con el menú plenamente satisfechos.
La imaginación y la disparidad quedaron plasmadas con los obsequios repartidos; desde pequeñas joyas como el broche de plata con la forma del pico, el complemento del cuelgabolsos con el escudo, pasando por el decorativo pisapapeles en el que se distingue nuestro turbante, hasta el musical regalo del Compact Disc en el que figuran composiciones musicales que nos suenan mucho son algunos de los ejemplos. La veteranía de la noche del Día 4 hace que los sesos se devanen cada año. Estos eran los presentes que han precedido a los más recientes como el colgante en plata de nuestra “morica”, la decoración en cristal con el anagrama del 150 Aniversario o el portafotos de madera con motivos de la Comparsa. Pero estos hay que enmarcarlos ya en otra década, la que comienza con el año 2000.
El pintalabios, toque de rimel, moldeador como una artista de cine.
Peluquería, crema hidratante y maquillaje ¡que belleza al instante!
Abre la puerta que nos vamos “pa” la calle
¿Y a quién le importa lo que digan por ahí?
Antes muerta que sencilla, ay que sencilla, ay que sencilla.
ANTES MUERTA QUE SENCILLA
María Isabel
AÑOS 2000
El nuevo siglo, como los nuevos tiempos, van dando paso a innovaciones y novedades. Dentro del Programa Festero unos actos aparecen y otros desaparecen o se modifican. La Cena Homenaje a la Mujer, ahora Cena del Día 4, sigue vigente. La antesala es necesaria, lo dice el refrán: “Quien no tiene la víspera, no tiene la fiesta” y por ello nosotros la hemos engrandecido cada vez más.
Desde que estrenamos estos nuevos cien años han sido dos los Presidentes que los Moros Nuevos hemos tenido. Ellos han tirado de ese carro que es la tradición con una fuerza inusitada comprendiendo que las raíces nos dan fuerza y nos proporcionan savia. Han sabido seguir manteniendo la noche del Día 4 y sus expectativas.
Comenzó la centuria XXI con un repostero de lujo, y hasta podemos calificar de “Real”, Antonio Torreblanca, sorprendiendo con su menú y no dejando indiferente absolutamente a nadie. A partir de 2001 “Eurotoque Eventos” se hace cargo de La Cábila y es desde entonces la empresa responsable de que allí los fogones estén dispuestos y las viandas sean elaboradas y al gusto. Menús, que por otra parte, deben llevar la aprobación consensuada de la Directiva.
La calidad de las orquestas, lejos de disminuir, se pueden calificar como las mejores del país: “Volcán”, “Santiago”, “La Central de Música”, “Carrusel” o “La Habana” son nombres que lo pueden avalar.
Francisco Abellán Candela, como Presidente de la Comparsa que es, no deja, junto con su Directiva, nada para la improvisación. Considera que esta mágica noche tiene un encanto especial y que es la noche por excelencia de cualquier villenero, diferenciándola claramente de la Noche Vieja (¡El día siguiente de ambas noches es muy distinto!).
Con La Cábila impecable, con invitados especiales como los Moros Musulmanes de Elda, los Moros Nous de Biar, la Regidora Mayor de Fiestas, la Señora Alcaldesa, nuestros cargos, los Moros Nuevos y los amigos de los Moros Nuevos nada puede fallar, o por lo menos lo que en nuestra mano está. Otro asunto es el de la lluvia, que hizo, en el año 2003, modificar, a contrarreloj, todos los planes y planos, y cobijarnos bajo techo. La incertidumbre fue palpable el año en el que celebramos el 150 Aniversario de la Comparsa y en el que pudimos “amortizar” los pabellones. Pero las ganas y el trabajo bien hecho hacen de todo un cariz envolvente. Los desvelos, los quebraderos de cabeza, el invertir tiempo (mucho tiempo), tienen un motivo claro, la ilusión.
Cuidar las tradiciones, respetadlas y adaptadlas al devenir de los años es una labor que debemos tener encomendada. Ellas, seguramente, nos van a sorprender mucho más de lo que esperamos.
“En el nacer no merecen ni desmerecen los hombres, que no está en su mano; en las costumbres sí, que ser buenas o malas corre por su cuenta”
Lope de Vega
“Cuando somos capaces de conocernos a nosotros mismos, rara vez nos equivocamos sobre nuestro destino”
Staël
Amado-Juan Martínez Tomás
Cronista