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[...] Notable centinela

de plazas y castillos

de honores, núcleo

de escoltas, tesoro

y del canto nacional

inspiración y esencia.

Clarín, redoble y saludo

Himno, vibración y ofrenda. [...]

 

 

El pasado 3 de septiembre de 2003, en la Iglesia Parroquial de Santa María, fueron bendecidas por uno de nuestros sacerdotes, Ginés Pardo, las nuevas banderas que, con motivo del 150 Aniversario de la Comparsa, fueron excelsamente confeccionadas.

Con el templo prácticamente abarrotado, a los Moros Nuevos y a todo aquel que tuvo la complacencia de acompañarnos, se nos desveló, por fin, el secreto de cómo eran nuestras telas, esas que usan como insignia las tropas de infantería y que se aseguran por uno de sus lados a un asta. Importante es, en todo alférez que se precie, ser el portador de una enseña digna, la que a su infantería, siempre, identifica. En el Altar el presbítero, el presidente, los artífices de la obra y los cargos de la Comparsa del año 2003, padrinos de las mismas. Y ocupando los bancos todos los demás, satisfechos y orgullosos, para nada defraudados y deseosos de poder apreciarlas más de cerca. Ocasión perfecta fue la posterior “Entradica”, la que por primera vez los socios realizamos, tras la cena, en La Casa. Sin lugar a dudas, una excusa ideal que nos permitió disfrutar más de la antesala de las fiestas, de la banda de música y de las calles de Villena.

Esta bandera es una merecedora sucesora de la anterior, la que, apadrinada por los niños, entonces, Joaquín Orlando Hernández y Antonia y Basilisa García, fue bendecida también en una fecha simbólica, el 15 de agosto. El año anterior, en 1969, nuestro estandarte había desaparecido de manera misteriosa. Fue un momento extraordinario poder disfrutar de la bendición, con un vino de honor, en los locales del entresuelo del nº 90 de la Avda. de la Constitución, inaugurados en mayo de ese mismo año, 1970. Treinta y tres, hasta el 2002 inclusive, fueron las fiestas que por sus costuras vieron pasar estos bordados. De testigo en testigo, de alférez en alférez. ¡Cuantas anécdotas podrían contar, si pudiesen, claro, sus viejos flecos! Además, vivencias extraídas de primera mano y con la música en los riñones.

Como las tejas de un tejado, las enseñas se suceden imbricadas, sobrepuestas unas a otras, en el tiempo. La “desaparecida” databa de 1952. El 24 de agosto, y bajo el madrinazgo de Emilia Mataix, esposa del Alférez de ese año, Julio Berenguer, sin olvidarnos del Capitán, Juan R. Menor, fue la fecha elegida por la directiva presidida por el incombustible y recordado Regino Coloma. Si sumamos son dieciocho las fiestas

que podemos llegar a contar. Fue con su mayoría de edad cuando se nos perdió la pista. Sobreseído el caso, considero más que innecesario ofrecer recompensa alguna por quién pueda aportar información acerca de su paradero.

Dicen, cuentan, está escrito que el 5 de septiembre de 1916, y en la Iglesia Arciprestal de Santiago, fue bendecida la bandera de los Moros Nuevos. Alfonso Arenas e Isabel García fueron los padrinos de este, el primer pabellón del que tenemos constancia, sin duda, los hubo antes. Fueron años en los que Regino Arenas, presidente, lleva a cabo una gran reorganización en el seno de la Comparsa. Hasta la confección de la bandera que le tomó el relevo a ésta pasaron treinta y seis años, entre ellos los de la Guerra Civil española. Tiempos difíciles en los que hubo más de una ocasión en las que ni nuestro estandarte ni otros pudieron salir a la calle.

Nuestra “Notable centinela”, como dice el fragmento que encabeza este escrito y que pertenece al “Poema a la Bandera” de José Raúl Zubieta Ramos, es obra y gracia de un entusiasmado grupo de personas que, desde que surgió la iniciativa de su realización, fueron aportando ideas originales, rompedoras y prácticas. Es el caso de Cristina Muñoz. Bordados impecables, colorido sin par y armonía perfecta, “culpa” de Mercedes Tortosa. Acabados sincronizados, simétricos y muy nuestros, responsabilidad de Paco Micó. Y telas sabiamente unidas y cosidas por manos expertas, las de Ino Tortosa. Avalado todo por una directiva confiada y alentadora, que en todo momento supo que esta empresa estaba en buenas manos, y una supervisión exquisita, depurada y sin fisuras, desde el principio hasta el fin, tanto de Paco Abellán, el presidente, como de Isabel Tomás, infatigable y siempre disponible.

Es una “centinela” de tres franjas: granate, blanca y granate, siendo el doble de ancha la blanca. Por un lado, el de la franja blanca, el escudo de la Comparsa, bajo de éste una banda sinuosa verde y amarilla, como la de nuestros cargos, con dos fechas mágicas: 1854 y 2003. Por el otro lado, el castillo de La Atalaya y la ciudad de Villena. En ella, además de las dos torres y el casco antiguo, la Sede Social y La Cábila, estampadas con todo lujo de detalles, tienen su lugar. Envuelve el paisaje, como a nosotros en las frías madrugadas septembrinas, la manta dianera. Del moro, su bolsa moruna; de la mora, su bolso bordado. Acabándola, superior e inferiormente por las franjas granates, apreciamos la filigrana en dorado que nuestras socias lucen en sus turbantes. Está rematada con flecos dorados por todos sus lados.

Y por fin llegó el momento. El Día 5 de septiembre, tras El Pregón, y bajo un sol de justicia, después de un lluvioso amanecer, los padrinos, ya perfectamente vestidos, lucieron a sus “ahijadas” con agrado y pundonor. Las nuevas banderas resplandecieron radiantes en su iniciante puesta en un acto oficial, al igual que durante todas las fiestas, las primeras de, seguro, y como sus antecesoras, como hemos podido comprobar, una larga lista.

Al tejado, como decía antes, se le irán, con las décadas, sumando tejas. Cada vez es el techo más amplio y más seguro, pero esta labor es ardua y duradera en el tiempo. A nuestra “centinela” le esperan muchas velas guardando el puesto que, con cariño, se le ha encargado.

 

 

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

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  UNA CRÓNICA ENVUELTA EN CUENTOS: LA DEL 150 ANIVERSARIO

Juan Sin Miedo, Los tres cerditos...

Había una vez una Junta Directiva que, encabezada por su presidente, en su segundo año reglamentario, quiso transmitir, desde el principio del 150 Aniversario, mucha decisión y aplomo. Como “Juan Sin Miedo”, con determinación, y como “Los tres cerditos”, construyendo sobre firmes cimientos, fuimos hilando los actos que más coherentes y lícitos, y del disfrute de los socios, consideramos en tan magna celebración.

Tras meses intensos, el verano para los Moros Nuevos comenzó pronto. La Cábila abrió sus puertas el 14 de junio para el Concierto del 150 Aniversario. Mercedes y yo, conductores del acto, tuvimos el placer de presentar las tres obras finalistas del Concurso de Música Festera, para tal efecto convocado, y que esa noche se escucharon junto con melodías tan nuestras como “Moros Nuevos”, “Día 4 que fuera”, “La Entrada”, “Yeni Zeri” y “La Morenica”. Miguel Ángel Más Mataix se llevó el gato al agua y es el autor de la flamante “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos”.

Nuestro libro comenzó a ver la luz el día 20 en La Casa. Alfredo Rojas, congruente y certero, como siempre, supo ser el presentador perfecto para una obra, como todos habéis podido apreciar, hecha con mucho tesón y con un resultado palpable e impecable. No cabe duda, nuestras bibliotecas son ahora más cotizadas.

Vino de Follos, Valencia, hasta nuestra Sede. Se dio una vuelta por “Villena y sus alrededores” y fue el ganador del Encuentro de Pintura Rápida el 22 de junio. El Sr. Barrachina, junto con otros artistas de distintos lugares, nos dejó su inspiración e improvisación.

El 4 de julio la Fiesta Mora comenzó a avivar los ánimos de las noches calurosas del estío, congregando, como viene siendo habitual, gran cantidad de asistentes.

Un enfoque distinto y original de las fiestas nos llega del lienzo ganador del IV Concurso de Pintura Festera. El 8 de agosto fue considerado primer premio por el jurado Paco Beneyto que suma su nombre al de los artistas cómplices de embellecer nuestra pinacoteca.

Así llegamos a La Junta de La Cábila, la del día 15. La Directiva dimos cuenta de los pormenores de los días grandes y esperados. Esta espera se iniciaba con los platos típicos y el vino de la tierra.

La Princesa Prometida, Alicia en el país de las maravillas, La Cenicienta...

El mismo día 15, pero unas horas después, nuestros cargos recibían a sus homónimos con alegría y hospitalidad en el escenario de La Cábila. Era la doceava Fiesta Homenaje a las Madrinas.

Con una tarde de ensueño finalizó el puente. Patricia y Sara comenzaron una Presentación Infantil entrañable y acrisolada. Jorge, Fernando y Ana Isabel hicieron su entrada en un carruaje de caballos entre las delicias de todos. Más tarde, también fueron presentadores. De nuevo, Ana Isabel, al despedirse nos dejó un buen sabor de boca. ¡Había baile, música, sorpresas! pero faltaban ellos... Felipe, Iván y María, escoltados por un ballet (R. Dance Show) con música mora, hicieron su aparición a la grupa de tres caballos. María, espléndida con su vestido rojo, nos explicó a la perfección sus sentimientos y después... se corrió la cortina y la coral Mare de Deu de Gràcia de Biar le dedicó el “Día 4...”. Un acto lucido que finalizó con la presencia en el escenario de las que han sido nuestras Madrinas Infantiles y con la tradicional merienda, completada por miles de chupa-chups que formaban sobre el impecable escenario, en un principio, un sorprendente y elaborado anagrama del 150 Aniversario.

La noche del 30 de agosto fue la fecha en la que los Moros Nuevos fuimos testigos de estampas que recordaremos mucho tiempo: los presidentes y madrinas de los últimos 25 años recibieron pleitesía entre recuerdos tan vivos como las construcciones de La Casa y La Cábila, la incorporación femenina a la comparsa, palabras de nuestro presidente y recuerdos inolvidables. César y Marisa, junto con José Francisco, Conchi, Paco y Lola configuraron un acto perfectamente entrelazado en el que la Gala del 150 Aniversario daba paso a inevitables despedidas. Natalia, rutilante y segura, se despidió como madrina y, con Juan y Pedro, recordó un año intensísimo antes de desprenderse los tres de sus bandas. Las miradas se desviaron del blanco escenario que, con su orquesta y piano incluido, quedaba dividido debido a una vertiginosa escalinata flanqueada por dos bandas con fechas evidentes: 1854 y 2003. Los ojos nos llevaron a un espectáculo de sonido, luz y magia. Y así, entre el Grupo de Percusión y Dulzainas, fuego, serpentín, la luna, el sol, gigantes y fuegos artificiales, en definitiva, el Teatro Maracaibo de Elche, Juana Mª, radiante de amarillo Moro Nuevo, era conducida con Juan José e Ignacio a su lugar. Sincera y decidida nos envolvió con sus palabras, al igual que el Capitán, quien nos arengó a vivir nuestro presente, éste que mañana hará historia. Nada acabó hasta que sonó “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos” y un grupo de moricos y moricas, con la Banda de Cañada, irrumpieron con paso firme demostrando lo bien que se acopla esta sintonía al raso amarillo.

Los cargos, padrinos de las banderas, costeadas por ellos, fueron testigos excepcionales de la bendición de éstas en el Altar de la Iglesia de Sta. María, oficiada por Ginés Pardo. Banderas perfectamente ideadas, bordadas y acabadas que han sido punto de mira y admiración. Mil Gracias a Cristina Muñoz, Mercedes Tortosa y Paco Micó por el esfuerzo. Un acto que fue el contrapunto ideal para la cena siguiente y la primera Entradica de la comparsa.

El arpa de oro, Los músicos de Bremen..

La Agrupación Musical Los Rosales de Bolbaite, nuestra banda oficial por segundo año, pernoctaba en Villena. Fue un Día 4 que transcurrió oscuro y lluvioso. Por ello tuvieron que ser los pabellones de La Cábila el marco de una cena impecable y bien servida. Temíamos que se rompiera la noche, pero tanto ésta como los selectos detalles de cristal con el anagrama conmemorativo de regalo para las mujeres, formaron parte de una gran noche que despertó con las magistrales ejecuciones de las trompetas de la Orquesta Carrusel.

El vestido de hilo, El soldadito de plomo...

Como cañonazos de luz nos llegan infinitas imágenes. Todas ellas, escenas ya, de la historia. La lluvia temprana dio paso a un nítido sol de Día 5, aliado de nuestros cargos en su lucimiento al ser los primeros en estar vestidos. Y por la tarde... llegamos los Moros Nuevos: el Mural y la Al-Kibla, Juan Carlos y su caballo, los veteranos con Pedro Palao, los Moros Nous de Biar y los Moros Musulmanes de Elda, el bloque mixto iniciado con los estandartes y las banderas de colores, las Moras Nuevas con su inigualable percusión, nuestros representantes en una carroza de ensueño, los Escorpiones, las Al-Yadidas, los Balubas, los Yemeníes y cada uno de los festeros, soldaditos de plomo, que formamos eslabón en la Comparsa fuimos necesarios, no, indispensables, para dejar en las calles un sello, una impronta, un ahí queda eso.

Un inicio de fiestas intenso en el que La Moreníca brilló entre rasos de trigo desde La Paz hasta los Salesianos. Finalmente ocupó su trono como le corresponde en Santiago.

Trepidante Día 6. Acabó La Diana, fluida como viene siendo habitual, y nos dirigimos desde la calle Ferriz hasta el cementerio. La sombra alargada de los cipreses nos recuerdan de forma perentoria el motivo de la visita. Tras la Misa Homenaje a nuestros difuntos, la ofrenda de flores en su memoria, la cual ya tiene, por fin, un lugar específico. La pared que separa el camposanto nuevo del anterior soporta el peso de la lápida conmemorativa que, para tal efecto, se descubrió.

Entre decenas de globos de colores, como en La Entrada, las carrozas de los más pequeños anunciaban su paso en La Esperanza. Naturales, decididos y aplicando lo ensayado, los niños disfrutaron de su acto siendo muy formales.

La tarde, completa. En el castillo, no sé que tenemos pero se nos rinden. Los Rassies nos agasajan y antes, entre mil amores, somos recibidos, ahora por los más mayores y las Hermanas, en el Asilo.

Aunque más tarde de lo normal, debido a la torrencial lluvia, hizo su aparición un paso compacto, el nuestro. A buen ritmo nos fuimos desgranando y esparciendo en un desfile parecido, que no igual, al del día anterior. Una Cabalgata vibrante y luminosa. Una Cabalgata para un 150 Aniversario.

Nítidos son los cañonazos de imágenes, de los que hablaba antes, para el Día 7. Distinguidas son las mujeres de Villena. Prueba de ello son las madrinas de los Moros Nuevos, quienes, vestidas de calle, villeneras o bien de moras, tuvieron la deferencia de sumarse a su comparsa para La Ofrenda del Aniversario. Demostrado queda que sabemos abarcar muchos tipos de actos, y más éste del que somos pioneros. Aparatos de rehabilitación para los Enfermos de Alzheimer fue nuestro granito de arena.

Más tarde de que los Harichíes nos invitaran a un refrigerio, decir que, sin “chorras” ni “churros”, La Retreta fue nuestra. Un derroche de imaginación en el que Talyes, Escorpiones y Ayyubíes desplegaron buen humor y puesta en escena. Españolas recibiendo al presidente, Señores de los tornillos e insuperables burbujitas de Freixenet brindaron por el Aniversario. Por suerte, nuestra comparsa sí ha entendido el acto. Sino fuera así, éste podría algún año durar lo que tardan en pasar catorce bandas de música con una farola.

La Misa Mayor nos recordó que era el Día 8 y el de la Patrona. En la guerrilla el bando cristiano, ¡qué le vamos a hacer!, se salió con la suya. La uniformidad, los guantes negros y abstenerse de fumar unos minutos dan a La Procesión un incomparable empaque, el que diferenció a nuestra comparsa. Esta labor ha de ser de todos.

Ingrato e irremediable es el Día 9. La Virgen enfila su camino emplazándonos , siempre, a una próxima cita. La nueva Regidora recibía la noticia de que había sido elegida: Irene López, mora nueva, enhorabuena a ti y a tus padres. A los sones del “Día 4 que fuera” y del insustituible “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos” nos dirigimos a Santiago para “reventar” la plaza. Irene, Carmen, Jesús, Daniel, Jesús y Hermes reflejaban en sus rostros la continuidad de las fiestas. A los seis, felicidades.

Pasado el trámite de los premios, como el año pasado, nos dirigimos, todos, desde La Casa a La Cábila. Nuestra sala de fiestas, cada vez un poco más acostumbrada a ser albergadora de público (las buenas orquestas son, quizá, artífices de ello) nos recibió con la mesa puesta. Imágenes, recuerdos, satisfacción por haber vivido lo vivido y fuegos iluminando el cielo dieron forma al inicio del 151 Aniversario, capicúa.

El Día de la Recuperación, el 28 de septiembre, amaneció y permaneció despejado. Por esta razón muchos fuimos los que confirmamos el buen sonar de Los Chicuelos de Agost, y los que dimos cuenta del almuerzo y de la paella gigante. Ya no hay vuelta atrás ¡Viva las fiestas de 2004!

 

20.000 leguas de viaje submarino, La cigarra y la hormiga...

 

Permitidme, y perdonadme por ello, que, desde esta tribuna, manifieste el orgullo de toda la Junta Directiva por cómo se ha ido desarrollando el año, y el mío propio por haber puesto palabras a este especial cumpleaños, intentando ser objetivo y entusiasta. Este barco, capitaneado por Paco Abellán, incluso con transbordos, continuará su singladura trabajando, como la hormiga, con tesón, pues la ruleta del tiempo nos sitúa en otro comienzo. Muchas son las leguas por recorrer y profundos son los mares por surcar. Por eso no hay colorín, colorado porque muchas y bellas son las páginas por escribir.

 

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

 

 

 

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El presente es la viviente suma total del pasado.

CARLYLE

Las ideas no tienen importancia alguna. Las ideas son el uniforme vistoso que se les pone a los sentimientos y a los instintos. Una costumbre indica mucho más el carácter de un pueblo que una idea.

BAROJA

150 años de Moros Nuevos es, sin duda, una conmemoración singular y única que la comparsa celebramos este año con mucha vehemencia y agrado.

A esta celebración debemos darle la importancia que se merece, no obstante, las fiestas de Moros y Cristianos son un cosmos por el que es muy difícil pasar de puntillas. Es un pequeño universo en el cual, una vez involucrado, nunca cesas de dar vueltas en torno tuyo y al eje principal del mismo. Un eje que aunque parezca irreal es tangible y verdadero: cultura, religiosidad, tradición, festerismo, camaradería, ilusión, añoranza, imaginación, devoción... Todos estos condimentos somos capaces de saltearlos y aliñarlos año tras año y así hemos llegado a este feliz cumpleaños enmarcado en un mundo festero que en nuestro pueblo es cada vez más insospechado, confuso, caótico e imprevisible, aunque también es dadivoso, desprendido, rumboso, magnífico...

¡Qué diferente serían, seguramente, las fiestas allá por el 1854! ¿Qué fantástico sentimiento llevaría a aquel grupo de comerciantes, que cambiaba vino de Villena por lana, a desfilar con los colores de la filá de este gremio alcoyano? Cualesquiera que fueran las motivaciones y anhelos de estos arrieros, nuestros tatarabuelos, no hubieran sido capaces de adivinar que siglo y medio después y no siendo los Musulmanes, nombre elegido en algún momento de nuestra historia, sino los Moros Nuevos, porque así nos bautizó el pueblo para distinguirnos de la comparsa mora que anteriormente ya existía, seguiríamos sus predecesores recogiendo ufanos el testigo de tal decisión. Desde entonces hemos ido engrosando a nuestra galería de moros ilustres a festeros que fueron entregándose de mano en mano el amor a sus colores y que supieron renacer en todos los momentos críticos, que no han sido pocos, impuestos por los acontecimientos sociales pero superados siempre con pundonor y delicadeza. Componiendo recto y con renglones alineados, escribieron bellas páginas que son auténtica memoria viva. Ni en un escrito de estas características ni en mil páginas sería posible plasmar tantas personas y tantos meritos, distantes y distintos. Por otra parte, considero lícita la omisión, no el olvido, de nombres porque no tendría perdón no recordarlos a todos.

Directivos, presidentes, colaboradores, socios y amigos supieron guiar los destinos de la comparsa. Con altos y bajos, pero siempre con voluntad y mucho cariño, construyendo una pequeña sociedad con perfecta cabida en su entorno, siempre presente, activa y dispuesta para el devenir de los tiempos y el ritmo que la propia fiesta nos marca continuamente. Conocedores de nuestra idiosincrasia todos quienes de una u otra manera estuvieron al frente, con su estilo, aportaron, unas veces con más fortuna que otras, lo que más conveniente y justo consideraban para todos. No olvidemos que las retribuciones que se buscan, o por lo menos se deben buscar, a la dedicación de una entidad festera no son otras que la satisfacción personal, en detrimento del valioso tiempo libre, contenido en el amor a un sentimiento muy difícil de explicar materializado en unas señas de identidad. No es sencillo conducir un carro con personalidad propia, con una impronta que no surge de la noche a la mañana, que ha ido forjándose a base de ideas, de osadas pero no descabelladas propuestas y de iniciativa. Un sello propio y perceptible que nos ha hecho ser pioneros de actos y desfiles: misa del cementerio a los difuntos, cena de los ancianos del asilo, cena del día 4, Ofrenda...y, además, fieles amigos de nuestras compañeras comparsas, con las cuales los lazos de amistad son palpables, verdaderos y sinceros. Todas, en definitiva, aunque con identificaciones y procedimientos distintos, surgidas con espontaneidad y para un fin lúdico y recreativo pero sin olvidarnos del contexto histórico y cultural.

El lenguaje que utilizamos en el primer siglo de vida para hablar tanto de nosotros como de todo el ámbito festero es exclusivamente masculino. El papel de la mujer, sujeto a los convencionalismos sociales, está totalmente camuflado y se limita a ser cómplice y espectadora. Pero no por eso la mujer no estuvo ligada a la fiesta. Su presencia activa o pasiva, visible o invisible, directa o indirecta, no cabe duda, estuvo. Sin embargo, no fue hasta el capicúa 1991 cuando, con un acertado diseño, un elegante desfilar y una armoniosa compenetración, las Moras Nuevas irrumpen con fuerza y deseo en el panorama septembrino como socias de pleno derecho, con gran éxito y perfectamente acopladas y recibidas.

Mucho antes, en la década de los 50, aparece la figura de regidora y madrina. De esta manera, ocupando un cargo de manera representativa, ellas empiezan a tener un puesto patente y visible en nuestras fiestas. Siempre joviales y espléndidas, las madrinas han sabido estar y manifestar una gran complacencia. Todas ellas regalaron, generosas, un pedacito de sí mismas para compartirlo con los suyos. Altamente orgullosa exhibe la comparsa en su Sala de Juntas a todas estas mujeres. Más tarde, aparecen las madrinas infantiles quienes, también con entusiasmo y añadiendo inocencia, nos dedicaron su impronta de niñas. Mayores y pequeñas, acompañadas de los cargos reservados para los varones: capitán y alférez, imprescindibles guerreros a la hora de conseguir un perfecto orden de jerarquía miliciana. Toda hueste mora necesitó de hombres dispuestos y voluntariosos para guiarla, como es sabido en nuestro caso, con arrojo y pasión.

La misión de iniciar bloques está reservada a gallardos cabos capaces de levantar con un simple gesto, pero eso sí, cargado de distinción y donaire, a espectadores entusiasmados con el movimiento de una brillante gumía. Valerosos han sido, y son, los cabeza de bloque en nuestra comparsa. Muchos de ellos con dilatadas y espléndidas incursiones, y desde hace doce años, como no, se suma un ramillete de gentiles féminas, dando una finura singular y consiguiendo una completa sincronización en nuestros desfiles.

Hasta aquí hemos llegado gracias a infinitos granos de arena: la valentía estruendosa de los arcabuceros, la capacidad respiratoria y percusiva de los insustituibles músicos que reproducen composiciones creadas con esmero y genialidad, las laboriosas, delicadas y asombrosas manos de modistas y bordadoras, la espectacularidad de boatos, el desprendimiento y esplendor de las escuadras especiales, la apostura y aportación de caballos y carrozas, los elaborados guiones de embajadas... participaciones todas estas, y muchas más, igual de importantes, pero que se nos pueden escapar, e imprescindibles para componer un mosaico de mil vidrios y colores, un mar inmenso.

Nuestro caso es un mar amarillo. Mar que se extiende al caminar y que en sus marejadas y marejadillas ha encontrado reposo y descanso en variadas Casas y Cábilas.

Para llegar a la espléndida Sede Social, sita en la calle Mayor, los Moros Nuevos nos hemos ubicado antes en casas de distintos socios y diferentes lugares. De todas ellas guardamos imágenes y recuerdos indelebles. Han sido pasos necesarios para situarnos en la actual Jaima, una construcción impecable de 1998 de la que nos sentimos reconfortados y complacidos. La Cábila no ha sido menos en su deambular. Aunque en terrenos dispares, siempre tuvo la esencia que contiene la de hoy en día desde 1991. Todas guardan secretos al oído bajo la media luna, noches dulces y románticas, aplausos enérgicos a sus madrinas, bailes acalorados y suaves, acordes de músicas festeras y populares, reuniones de los socios y “cavilaciones” de sus directivos. Nuestra sala de fiestas ha encontrado en “La Losilla” el ámbito idóneo para multitudinarias veladas veraniegas y es un punto de encuentro ideal en noches septembrinas. Digna sucesora de la del “Cinema”, “Recreativos Parra”, “El Huerto de Máximo”, “La Puncha”...

En este 2003 no se trata más que de resaltar las características de los cuatro animales, haciendo honor al simbólico día 4, que aparecen en el “banderín” y que con motivo del 125 Aniversario la comparsa realizó: el elefante, robusto y decidido para desafiar con aplomo la batalla; el leopardo, galano y elegante a la hora de dejarse ver; el camello, férreo e incansable para afrontar un largo camino (cada vez las fiestas empiezan antes) y el pavo real, ataviado e imponente porque luce sus mejores galas.

Muchas son las anécdotas, las vivencias, los momentos compartidos, y no sólo por los moros que hoy lo somos sino también por todos aquellos que aportaron un hombro. Por eso, por nosotros y por ellos ha llegado la hora de prepararnos, guapos y dispuestos, para anudarnos la corbata unos, o ceñirse a un traje largo otras y percibir con entusiasmo y alegría una celebración irrepetible que la debemos situar en un campo distendido y gozoso pero, eso sí, huyendo de clichés y de encorsetamientos. Es la ocasión perfecta de reencontrarnos más que nunca y de darle a esta conmemoración un enfoque formal pero, a la par, jubiloso. Nunca fue y menos ahora el momento de rumiar fantasmagóricos actos ni de devanarse los sesos. La cuestión está en disfrutar con naturalidad y confianza de un legado con firmes cimientos y mejores columnas. De una coyuntura armoniosa de miembros jóvenes, adultos y mayores que, es obvio, ven y reciben esta efeméride desde ópticas muy diferentes aunque no opuestas.

Desde una comparación estrictamente gastronómica podríamos decir que los socios infantiles degustan el aperitivo de un menú que se prolonga en el tiempo, tanto como un festero siga siéndolo. Están expectantes y receptivos a todo cuanto suceda. En su memoria quedarán instantes fotográficos que seguramente no revelarán hasta dentro de algún tiempo pero que, cuando lo hagan, será con una sonrisa y el agradable poso que dejan los buenos recuerdos. Un buen aperitivo es fundamental y los pequeños tienen que encontrar en este aniversario el aliciente idóneo para empezar a saciar y, a la vez, provocar más hambre.

El primer plato es muy peculiar. De él requerimos que tenga un toque original pero que su bocado sea sabroso y contundente. Aunque no tenemos ya la voracidad de los entrantes queremos empezar a calmar el apetito. Los socios jóvenes nos encontramos en este fenomenal punto. Apostamos por la comparsa con seguridad y la contraprestación a ello la queremos con firmeza. Es una muy grata sensación saber que todavía queda mucho más y mejor mientras se saborea a dentelladas. Los jóvenes sabemos que este especial cumpleaños ha de ser nuestro particular acicate para no levantarnos de la mesa.

Paladear y degustar es lo que los socios mayores quieren hacer este año. Exprimirle a su comparsa, la elegida por unas u otras razones, todo lo posible porque la conocen perfectamente y saben todo el jugo que pueden sacar. Tienen la suerte de vivir unos hechos para saborearlos bien con cuchillo y tenedor o a mordiscos y “repelando” hasta el hueso. La forma es lo de menos. Lo importante es gozar del plato y quedarse verdaderamente satisfecho, tanto de la “comida” como de la “compañía”, tanto del aniversario como del ambiente de amistad y festerismo.

¡Que dulce placer el de un buen postre! No hay nada como dar fe de cómo han ido deparándose los acontecimientos. Sapiencia que sólo da la experiencia y el tiempo. Muchos y buenos son los veteranos que los Moros Nuevos contamos. Son quienes han conducido esta comparsa y van a recrearse en estas fechas, seguro, con enorme satisfacción. Va a ser esta conmemoración una guinda para ellos.

Desde septiembre del año pasado se van sucediendo actos tras actos: el pistoletazo de salida el mismo día 9, la romería al Santuario de Nuestra Señora de las Virtudes, la exposición fotográfica, el belén festero, la copa fin de año, el chocolate con toña para San Antón, los finales de los campeonatos para el Ecuador en nuestra Casa, el propio Ecuador, la Donación de Sangre, el Encuentro de Pintores, la presentación y publicación del Libro conmemorativo, la realización de la página web y del CDROM, la confección de las nuevas banderas, el Concurso de Composición de Música Festera, el Concierto Festero en el que elegimos nuestra pieza: “EFEMÉRIDE 150 años de Moros Nuevos”, la Fiesta Mora, el consolidado IV Concurso de Pintura Festera, la Fiesta Homenaje a las Madrinas, la Presentación Infantil, la Gala 150 Aniversario y Presentación de la Madrina Mayor... En definitiva, hasta llegar al anhelado Día 4 habremos derrochado en el camino infinito entusiasmo e ilusión y, sin embargo, las fuerzas quedarán intactas para los días grandes. En ellos, el ánimo estará, una vez más, en el cénit. No nos queda más que aprovecharlos y estrujarlos al máximo. El tiempo es inexorable y nos transporta a la fecha. La Morenica, siempre solícita y atenta, nos tiende su manto. La historia nos mira y nos guiña el ojo. La ciudad de Villena está informada y así la comparsa lo queremos hacer saber: ¡Ha llegado el 150 Aniversario de los Moros Nuevos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amado-Juan Martínez Tomás

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